La playa artificial de Huiracocha: ¿un beneficio o un despilfarro?

El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, inauguró el viernes 12 de mayo la primera playa artificial urbana en el parque zonal Huiracocha, en el distrito de San Juan de Lurigancho. Se trata de un espacio de 2 500 metros cuadrados que cuenta con arena, palmeras, duchas y caballitos de totora. Según el burgomaestre, la obra busca brindar un lugar de esparcimiento y recreación para los vecinos de Lima Este, que no tienen acceso a un balneario cercano.

Sin embargo, la iniciativa ha generado diversas críticas y cuestionamientos por parte de la ciudadanía y de algunos especialistas. Algunos de los argumentos en contra son los siguientes:

- La playa artificial no tiene olas simuladas, lo que reduce su atractivo y su similitud con una playa real.
- La playa artificial se construyó sobre una piscina existente, que fue destruida para colocar la arena. Esto implica un desperdicio de recursos y una pérdida de un espacio deportivo y recreativo que ya funcionaba.
- La playa artificial costó 145 mil soles, que podrían haberse invertido en otras obras más prioritarias y necesarias para el distrito, como la mejora de los servicios básicos, la seguridad ciudadana, la limpieza pública o la recuperación de áreas verdes.
- La playa artificial responde a una promesa electoral del alcalde López Aliaga, que buscaba captar votos en el distrito más poblado de Lima. Sin embargo, no se trata de una obra planificada ni consensuada con la población ni con las autoridades locales.
- La playa artificial no contribuye al desarrollo sostenible ni a la protección del medio ambiente. Por el contrario, implica un mayor consumo de agua y energía, así como una posible contaminación por el uso de arena y otros materiales artificiales, además de las condiciones de insalubridad que eso conlleva.

Así, la playa artificial Huiracocha parece ser más un capricho que un beneficio para los habitantes de San Juan de Lurigancho. Lejos de resolver los problemas reales del distrito, esta obra representa un gasto innecesario y una falta de visión de desarrollo urbano. Los vecinos merecen tener espacios públicos de calidad, pero también participar en su diseño y gestión. La playa artificial no es una solución del alcalde Rafael López Aliaga, sino un problema más, del que seguramente muy pronto tendremos noticias respecto a su funcionamiento y los altos costos que supondría su mantenimiento.

Señor López Aliaga, ¿así piensa convertir a Lima en potencia mundial?

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