En el partido disputado el domingo 21 de mayo en el estadio de Mestalla, Valencia, el delantero brasileño del Real Madrid, Vinicius Junior, fue objeto de insultos racistas por parte de algunos seguidores del Valencia. El jugador denunció que fue llamado “mono” en repetidas ocasiones y señaló a los responsables, lo que llevó a la activación del protocolo contra el racismo de La Liga y a la interrupción temporal del partido. Sin embargo, el incidente no se detuvo allí, ya que Vinicius Junior fue expulsado en los últimos minutos del encuentro tras un altercado con un rival y se marchó entre abucheos y gritos provenientes de la grada.
Lamentablemente, este episodio no es el primero ni el único que ha sufrido Vinicius Junior desde su llegada al fútbol español en 2018. Además, otros jugadores como Iñaki Williams, Mouctar Diakhaby o Samuel Eto'o también han sido víctimas de insultos y humillaciones debido a su color de piel o su origen.
Ante esta situación, Vinicius Junior expresó su cansancio y su indignación en las redes sociales, acusando a La Liga, a la Federación Española de Fútbol y a sus rivales de considerar el racismo como algo normal e incluso de fomentarlo. Además, afirmó que en su Brasil natal España estaba siendo conocida como “un país de racistas”. Sus palabras fueron respaldadas por su entrenador, Carlo Ancelotti, quien calificó al racismo en los estadios españoles como un problema que “mancha a todo un equipo, a toda una afición, a todo un club, a todo un país”. El técnico italiano solicitó que los partidos se detuvieran ante cualquier manifestación racista y que se impusieran sanciones severas a los responsables.
El Real Madrid presentó una denuncia ante las autoridades correspondientes exigiendo una investigación sobre lo sucedido en Valencia y calificando el abuso contra su jugador como un delito de odio según la ley española. Por su parte, La Liga anunció la apertura de una investigación sobre los hechos y reiteró su compromiso en la lucha contra el racismo y la discriminación.
Sin embargo, el racismo no se limita al fútbol español. En nuestro país también se han registrado varios casos de discriminación étnico-racial en los estadios, afectando tanto a jugadores como a aficionados. Según un informe del Ministerio de Cultura, entre 2013 y 2015 se reportaron 12 incidentes de racismo en el fútbol peruano, de los cuales solo uno recibió una sanción ejemplar: la suspensión por dos años del club Real Garcilaso por los insultos dirigidos al jugador brasileño, Tinga del Cruzeiro, en un partido de la Copa Libertadores 2014.
Entre los jugadores peruanos que han sido víctimas de racismo se encuentran Luis Tejada, Jhoel Herrera, Julio Landauri, Kevin Quevedo y Jean Deza. Estos incidentes han generado rechazo y repudio por parte de sus compañeros, clubes y la opinión pública, pero también han puesto de manifiesto la falta de medidas efectivas para prevenir y sancionar estas conductas.
El racismo en el fútbol es una triste manifestación de la intolerancia, la ignorancia y la violencia que todavía persisten en nuestra sociedad. Es crucial que tomemos conciencia de que todos somos iguales y merecemos respeto, sin importar nuestro origen, nuestra cultura o nuestra apariencia física. El fútbol debe ser un espacio de integración, diversidad y alegría, no de odio, discriminación y vergüenza.
Es fundamental implementar medidas efectivas para combatir el racismo en el fútbol y en la sociedad en general. Además, es necesario establecer sanciones más severas y ejemplares para aquellos que perpetúen actos racistas en los estadios. Estas sanciones deben ser aplicadas de manera consistente y rigurosa, sin excepciones, para enviar un mensaje claro de rechazo hacia cualquier forma de discriminación.
No podemos permitir que el racismo manche la belleza y la pasión del fútbol. Todos debemos unirnos para crear un ambiente inclusivo y respetuoso en los estadios, donde los jugadores puedan desplegar su talento sin temor a ser atacados por su raza o su origen. Solo así podremos disfrutar plenamente del fútbol como un deporte que une a las personas y trasciende barreras culturales y sociales.
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