MIEDO Y DUDAS ELECTORALES
Escribe: Jaime Paredes Calla
La candidatura de Ollanta Humala Tasso, genera en algunos sectores de la población temor y recelo, situación explicable en parte por la imagen del acercamiento y vínculos que tuvo en el año 2006 con el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez y por la satanización que se ha hecho sobre el particular, esto a pesar que el escritor e importante referente de opinión pública Mario Vargas Llosa manifestó que si el candidato de Gana Perú logra el auspicio de Luiz Inácio Lula da Silva, le daría su voto en esta segunda vuelta electoral.
Ya el ex presidente brasileño ha hecho declaraciones respaldando al proyecto de Ollanta Humala, lo propio ha hecho el Premio Nobel de Literatura, sin embargo se mantienen algunas resistencias de un sector de la población para confiarle el voto al candidato de Gana Perú, ¿por qué esta situación?
El miedo como recurso de campaña y contracampaña, ha sido un elemento presente casi siempre en los procesos electorales: años atrás, al iniciar la década de los noventa en nuestro país, una spot de campaña de Alberto Fujimori retrató a su opositor de aquel entonces Mario Vargas Llosa como un monstruo en relación al “shock económico” que planteaba el Frente Democrático (FREDEMO), sin embargo días más tarde, luego de asumir el gobierno, Fujimori aplicó dicho “shock” a pesar de su promesa de no hacerlo.
Durante todo el gobierno fujimorista, su régimen satanizó sistemáticamente a las organizaciones sociales y políticas de izquierda vinculándolas con los grupos terroristas que, de acuerdo al Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), en el caso de Sendero Luminoso revela que fue responsable del 54% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR en el conflicto armado interno que azotó a nuestro país durante dos décadas, a pesar de esta información curiosamente el fujimorismo trató de descalificar a los comisionados atribuyéndoles estar parcializados a favor de las organizaciones terroristas por el simple hecho que algunos de ellos provenían de ideologías izquierdistas; el fujimorismo hasta la fecha jamás ha reconocido que una cosa es pensar y actuar como izquierdista y otra muy distinta hacerlo como terrorista.
El año pasado, la misma estrategia de causar miedo en el electorado se desató contra Susana Villarán, en las elecciones regionales y municipales de octubre varios medios de comunicación orquestaron una campaña tendiente a evitar que la candidata de Fuerza Social llegue a la Alcaldía de Lima Metropolitana, la gestión de Villarán ya ha cumplido más de un tercio del año y las inversiones se mantienen, los inversionistas nacionales y extranjeros no se han ido del país como la campaña del miedo auguraba, a pesar de la intentona de pánico financiero generado por las declaraciones, en ese momento, del mismo Pedro Pablo Kuczynski.
Ahora es el turno de Ollanta Humala, candidato que no se precia de contar con una impecable trayectoria, pero que sin duda alguna, en comparación con su contrincante de segunda vuelta –la hija del ex prófugo de la justicia y ahora sentenciado a 25 años de prisión, Alberto Fujimori- representa el cambio que requiere nuestro país, un cambio que permita beneficiar a los peruanos y peruanas de los frutos del crecimiento económico.
Aunque son comprensibles los temores de algún sector de la población, no son fundados, al menos si nos tomamos un momento para meditarlos, veamos por qué: si Ollanta representa la duda razonable por un futuro gobierno, en el otro caso Keiko representa la total certidumbre del regreso de un gobierno cleptocrático y corrupto, esto último no sólo porque varios de sus máximos exponentes de la década de los noventa están de regreso en el Congreso de la República, sino también porque la mafia –y el régimen de Fujimori fue uno de carácter extremadamente corrupto- genera lazos muy fuertes y lealtades muy sólidas que no pasarían por alto en un hipotético regreso del gobierno fujimorista. Así, no queda la menor duda que las redes mafiosas que saquearon al país –como lo evidencian los “vladivideos” que hemos apreciado y también las sentencias sólidamente fundamentadas del Poder Judicial, por las cuales muchos funcionarios de primer nivel de aquel nefasto régimen se encuentran privados de su libertad purgando condenas en las cárceles- atisban la certeza de salir libres y regresar a sus cotidianas fechorías; cuán frágil se encuentra nuestra memoria histórica.
La ruptura del orden democrático durante el régimen fujimorista no es una historia que nos hayan contado, es una situación que la hemos padecido la mayoría de peruanos, si la candidata de Fuerza 2011 tuviera un entorno distinto al de su padre, posiblemente nos generaría únicamente algunas dudas sobre el rumbo de su gobierno, sin embargo tenemos el convencimiento y la certeza que el estilo dictatorial, violador de derechos humanos, de corrupción y narcotráfico institucionalizados desde Palacio de Gobierno (léase el caso Demetrio Chávez Peñaherrera, conocido como el Vaticano, el caso del narcoavión, entre otros) nuevamente se instalarían en nuestra patria.
El temor más generalizado que existe sobre Ollanta Humala es que nuestro país “se convierta en una Venezuela”, y aunque el candidato de Gana Perú ha deslindado pública y tajantemente sobre este particular admitiendo por el contrario que su gobierno seguirá la lógica y estilo de Lula da Silva, quienes en esta coyuntura apostamos por un gobierno de Ollanta Humala lo hacemos con la firme perspectiva de que su palabra y plan de gobierno sean respetados, y de existir alguna situación que vulnere el estado de derecho y el orden constitucional estaremos en la obligación moral de reestablecerlo por los medios que sean necesarios como ya lo hicimos con el régimen fujimorista; desde luego que el respaldo a Gana Perú no implica hacerle entrega de un cheque en blanco a quien consideramos próximo Presidente de la República. Sin embargo en este caso nos encontramos ante una duda razonable, mas no una plena certeza como en el caso de un posible regreso del fujimorismo que implicaría inmediatamente el resquebrajamiento de la institucionalidad democrática.
Escribe: Jaime Paredes Calla
La candidatura de Ollanta Humala Tasso, genera en algunos sectores de la población temor y recelo, situación explicable en parte por la imagen del acercamiento y vínculos que tuvo en el año 2006 con el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez y por la satanización que se ha hecho sobre el particular, esto a pesar que el escritor e importante referente de opinión pública Mario Vargas Llosa manifestó que si el candidato de Gana Perú logra el auspicio de Luiz Inácio Lula da Silva, le daría su voto en esta segunda vuelta electoral.
Ya el ex presidente brasileño ha hecho declaraciones respaldando al proyecto de Ollanta Humala, lo propio ha hecho el Premio Nobel de Literatura, sin embargo se mantienen algunas resistencias de un sector de la población para confiarle el voto al candidato de Gana Perú, ¿por qué esta situación?
El miedo como recurso de campaña y contracampaña, ha sido un elemento presente casi siempre en los procesos electorales: años atrás, al iniciar la década de los noventa en nuestro país, una spot de campaña de Alberto Fujimori retrató a su opositor de aquel entonces Mario Vargas Llosa como un monstruo en relación al “shock económico” que planteaba el Frente Democrático (FREDEMO), sin embargo días más tarde, luego de asumir el gobierno, Fujimori aplicó dicho “shock” a pesar de su promesa de no hacerlo.
Durante todo el gobierno fujimorista, su régimen satanizó sistemáticamente a las organizaciones sociales y políticas de izquierda vinculándolas con los grupos terroristas que, de acuerdo al Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), en el caso de Sendero Luminoso revela que fue responsable del 54% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR en el conflicto armado interno que azotó a nuestro país durante dos décadas, a pesar de esta información curiosamente el fujimorismo trató de descalificar a los comisionados atribuyéndoles estar parcializados a favor de las organizaciones terroristas por el simple hecho que algunos de ellos provenían de ideologías izquierdistas; el fujimorismo hasta la fecha jamás ha reconocido que una cosa es pensar y actuar como izquierdista y otra muy distinta hacerlo como terrorista.
El año pasado, la misma estrategia de causar miedo en el electorado se desató contra Susana Villarán, en las elecciones regionales y municipales de octubre varios medios de comunicación orquestaron una campaña tendiente a evitar que la candidata de Fuerza Social llegue a la Alcaldía de Lima Metropolitana, la gestión de Villarán ya ha cumplido más de un tercio del año y las inversiones se mantienen, los inversionistas nacionales y extranjeros no se han ido del país como la campaña del miedo auguraba, a pesar de la intentona de pánico financiero generado por las declaraciones, en ese momento, del mismo Pedro Pablo Kuczynski.
Ahora es el turno de Ollanta Humala, candidato que no se precia de contar con una impecable trayectoria, pero que sin duda alguna, en comparación con su contrincante de segunda vuelta –la hija del ex prófugo de la justicia y ahora sentenciado a 25 años de prisión, Alberto Fujimori- representa el cambio que requiere nuestro país, un cambio que permita beneficiar a los peruanos y peruanas de los frutos del crecimiento económico.
Aunque son comprensibles los temores de algún sector de la población, no son fundados, al menos si nos tomamos un momento para meditarlos, veamos por qué: si Ollanta representa la duda razonable por un futuro gobierno, en el otro caso Keiko representa la total certidumbre del regreso de un gobierno cleptocrático y corrupto, esto último no sólo porque varios de sus máximos exponentes de la década de los noventa están de regreso en el Congreso de la República, sino también porque la mafia –y el régimen de Fujimori fue uno de carácter extremadamente corrupto- genera lazos muy fuertes y lealtades muy sólidas que no pasarían por alto en un hipotético regreso del gobierno fujimorista. Así, no queda la menor duda que las redes mafiosas que saquearon al país –como lo evidencian los “vladivideos” que hemos apreciado y también las sentencias sólidamente fundamentadas del Poder Judicial, por las cuales muchos funcionarios de primer nivel de aquel nefasto régimen se encuentran privados de su libertad purgando condenas en las cárceles- atisban la certeza de salir libres y regresar a sus cotidianas fechorías; cuán frágil se encuentra nuestra memoria histórica.
La ruptura del orden democrático durante el régimen fujimorista no es una historia que nos hayan contado, es una situación que la hemos padecido la mayoría de peruanos, si la candidata de Fuerza 2011 tuviera un entorno distinto al de su padre, posiblemente nos generaría únicamente algunas dudas sobre el rumbo de su gobierno, sin embargo tenemos el convencimiento y la certeza que el estilo dictatorial, violador de derechos humanos, de corrupción y narcotráfico institucionalizados desde Palacio de Gobierno (léase el caso Demetrio Chávez Peñaherrera, conocido como el Vaticano, el caso del narcoavión, entre otros) nuevamente se instalarían en nuestra patria.
El temor más generalizado que existe sobre Ollanta Humala es que nuestro país “se convierta en una Venezuela”, y aunque el candidato de Gana Perú ha deslindado pública y tajantemente sobre este particular admitiendo por el contrario que su gobierno seguirá la lógica y estilo de Lula da Silva, quienes en esta coyuntura apostamos por un gobierno de Ollanta Humala lo hacemos con la firme perspectiva de que su palabra y plan de gobierno sean respetados, y de existir alguna situación que vulnere el estado de derecho y el orden constitucional estaremos en la obligación moral de reestablecerlo por los medios que sean necesarios como ya lo hicimos con el régimen fujimorista; desde luego que el respaldo a Gana Perú no implica hacerle entrega de un cheque en blanco a quien consideramos próximo Presidente de la República. Sin embargo en este caso nos encontramos ante una duda razonable, mas no una plena certeza como en el caso de un posible regreso del fujimorismo que implicaría inmediatamente el resquebrajamiento de la institucionalidad democrática.
2 Comentarios
Tanto los Fujimori y los Ollante cargan una mochila pesada llena de antecendentes desfavorables solo queda elegir al menos malos.
ResponderBorrarEstimado Jaime:
ResponderBorrarFelicito tu artículo.
El miedo y la duda razonable que gran parte de la población mantiene o ha mantenido frente a la candidatura de Ollanta Humala, ha permitido que el candidato en mención realice precisiones muy importantes a su plan de gobierno, como el garantizar la libertad de expresión y crítica, la no reelección inmediata y sobre todo el no desconocer lo bueno que él país ha logrado. Precisando que existe mucho por fortalecer, mejorar y en algunos casos reformular.
Esta duda y crítica razonable deben ser promovidas y fortalecidas en la sociedad civil, no sólo durante la campaña electoral sino en el desarrollo del próximo gobierno,independientemente de quien sea nuestro presidente. Es una forma más de ejercer nuestro derecho a participar activamente en el desarrollo del país.
Es natural el miedo al cambio y a lo desconocido, así también es bueno dudar y realizar criticas pro positivas. En lo que no estoy de acuerdo y creo que la gran mayoría de peruanos tampoco, es en la manipulación de la población con información distorsionada. Para ello es nuestro deber informarnos pluralmente y emitir un voto serio.
Saludos.