El calendario electoral de las izquierdas
Escribe: Antonio Zapata
El próximo fin de semana son las elecciones internas del Frente Amplio,
FA, dando inicio al calendario electoral de las izquierdas. Aunque hay
precandidatos para variados gustos, las preferencias están entre Vero Mendoza
de Sembrar y Marco Arana de Tierra y Libertad. Por su parte, el otro
agrupamiento de izquierda, denominado “Únete por otra Democracia” nuevamente
atraviesa tensiones con Yehude Simon. A este panorama hay que sumarle la
dinámica de grupos que se manejan libremente, como el BNP, que cuenta con la
inscripción de los fonavistas y la precandidatura de Sergio Tejada. Asimismo,
este mosaico incluye el lanzamiento a presidente de Vladimir Cerrón de Junín,
quien anuncia la inscripción de su movimiento político. ¿Cómo entender este
variopinto panorama?
Para empezar, sería positivo que las elecciones internas logren atraer
a sectores ciudadanos interesados en una política de izquierdas y que no
militan ni constituyen la periferia de los partidos actuales. Así tienen
sentido estas justas primarias y pueden inclinar la balanza en pro de una
recuperación del peso electoral de la izquierda.
Por su lado, estas competencias pueden ser una ocasión para el
encuentro de las militancias. Si los simpatizantes de Únete votan en las
internas del FA y viceversa, las bases habrán dado un paso adelante en procura
de la unidad. Se habrán puesto delante de sus dirigencias y tomarán en sus
manos la resolución práctica de la unidad de las izquierdas. Además, dentro de
cada tienda, ese voto cruzado ayudaría a ganar a quienes propenden a la unidad
y están dispuestos a ir más allá de la respectiva capilla. De ese modo, las
bases pueden cortar el nudo gordiano.
Pero, se presentan situaciones inéditas que veremos si se pueden
resolver. Una primera es la relación entre propiedad de la inscripción y
candidatura presidencial. En concreto, qué ha de ocurrir si en el FA pierde
Arana y en Únete también pierde Nano Guerra García, el actual candidato de
Yehude. Como sabemos, los dueños de la inscripción ante el JNE son Tierra y
Libertad y el Partido Humanista respectivamente.
¿Estarán dispuestos a permitir que otros encabecen una fórmula con su
inscripción? Es una situación única, porque nunca antes se ha visto.
Normalmente las coaliciones se forman alrededor de quien tiene inscripción y
candidatura, pero no hay experiencia como la que podría enfrentar la izquierda
en esta ocasión.
Para dejar una candidatura siendo dueño de la inscripción se requiere
grandeza y amplio horizonte de miras. Si lo hacen mostrarían que efectivamente
algo importante ha cambiado y para bien.
Por otro lado, ambos dueños de inscripción son los polos de la
contradicción dentro de las izquierdas. Tierra y Libertad se niega a contemplar
una alianza que incluya a Yehude y éste responde de la misma manera, buscando
aislar y no aglutinar al FA. Entonces, en el camino a la unidad hay un segundo
punto crucial, ¿cómo superar el doble veto?
Aunque imprescindible, se ve difícil. No se trata de conveniencias,
porque es obvio que la racionalidad va en esa dirección. Todos ganarían con una
unidad sin exclusiones, porque podrían entrar al Congreso, que en el fondo es
lo que desean. Por ello, el problema está más allá de la razón y su causa son
los agravios.
Si se escucha a Yehude se descubre que está ofendido porque le dicen
“señor del baguazo”, utilizando la expresión de Urresti para Alan García. A la
vez, Arana ha sido ninguneado por los sabios de la izquierda y ha respondido
montando un partido a partir de la demanda ecológica.
Solo los dirigentes actuales pueden resolver este punto. Pero, si de
algo sirve la reflexión de Maquiavelo, ella muestra que la estatura de un
liderazgo deriva del tamaño de sus enemigos. Cuando están dentro, no se pasa de
un estrecho círculo de seguidores. Por el contrario, el poder obliga a tolerar
a los rivales internos y enfrentar a los jefes de las formaciones enemigas.
Caso contrario, seguiremos en pañales.
Fuente: La República