“Me dirás que (Humala) es cachaco, chiricuto, lo que tú quieras, pero
por el amor de Dios, no es un farsante”
Rafo León. Escritor, poeta, columnista, pero por sobre todo, viajero
incansable. Estudió Literatura y Lingüística en la Universidad Católica del
Perú (PUCP). Lleva más de 14 años como conductor del programa Tiempo de Viaje,
que se emite por Plus Tv.
Texto. Ana Núñez.
Rafo León ha visto un duende.
Hace poco viajó a la provincia puneña de Sandia para hacer un programa
con los productores cafetaleros, cuando tuvo un encuentro con uno de esos seres
mágicos. "Empecé a andar por la selva y de repente en un recodo del camino,
con el sol de fondo y la quebrada, veo una cosita que se movía y que era como
un títere con una capita amarilla y un sombrero azul", dice con la emoción
de un niño que narra su última aventura. Al llegar a su hotel, León preguntó si
era posible que haya alucinado. ¿Acaso se estaba volviendo loco? La respuesta
de los lugareños fue que no, que se había encontrado con un guardián del
bosque, y que si ese guardián del bosque lo hubiera visto rompiendo una rama,
matando a un animal, o haciendo un daño, lo hubiera hecho rodar por el
precipicio. Rafo sonríe.
Tu trabajo consiste en viajar constantemente. Eso es maravilloso, pero
¿se puede mantener la capacidad de sorprenderse ante lo que uno encontrará en
cada travesía después de más de 300 viajes?
Te voy a ser sincero: esa capacidad se reduce, se hace más selectiva. A
mí cada vez me sorprenden menos las ruinas y los bosques, aunque los adoro. Lo
que sí me sigue sorprendiendo es la gente. Esto ya lo he dicho, pero te lo
vuelvo a contar. Desde que empecé a viajar me ocupé de identificar a un
personaje que aparezca así, en cualquier lugar del Perú, que es –por lo
general– un maestro, un gran conocedor de su sitio que te habla de todos los
temas posibles y que, además, te da todo lo que sabe y sin límites; pero nadie
lo conoce afuera de su ámbito. Cuando yo me encuentro con gente así y la
comparo con la nata política que tenemos, digo: Acá hay algo que no anda bien;
es decir, la gente que debería estar en el poder, no está. Hay que hacer algo
por eso.
Sostienes que viajar no consiste en llegar a un destino, sino en la
experiencia que tienes al hacerlo. Tu vida es, entonces, un solo viaje que
dura... ¿50 años ya?
Yo tengo 64... Sí, sí, 45 a 50 años...
Será porque mi vida ya está moldeada de esa manera, pero yo aún cuando
estoy en Lima, incluso períodos largos, siento que es como el concho de la
chicha que se guarda porque cuando vuelves a echarle líquido, se hace otra vez
chicha. Es igualito. Hay un concho que está ahí fermentado y que sigue haciendo
viaje acá, en mi casa, con mis objetos, con mis textos, con mis libros, con mi
familia... Finalmente, viajar es eso: Viajar es vivir y vivir es viajar.
El cúmulo de tus recuerdos sensoriales siguen haciendo viaje...
¡Sí! y hace que yo no pueda estar en una quietud, digamos burocrática,
nunca. Mi cabeza anda a 10 mil, porque además tengo el Sindrome de Atención
Deficitaria, entonces... (ríe) el viaje continúa. Mira, me voy a Marruecos el
jueves (25) y ya estoy prefigurando mis sentimientos: lo difícil, lo malo, la
belleza... todo eso está dando vueltas por mi cabeza. Yo ya estoy de viaje.
Es que el viaje no empieza cuando uno sube al ómnibus o al avión.
¡Ni hablar! El viaje empieza mucho antes y termina mucho después.
Siempre usas a Paul Bowles para explicar qué convierte a alguien en
viajero. Un viajero lo es porque "está inconforme con su realidad".
¿Con qué estás inconforme, Rafo?
Mira... A pesar de que mi vida para algunos pueda ser envidiable, en el
fondo –como dicen las viejas– nadie sabe lo de nadie. A lo largo de los años yo
he ido desarrollando una visión cada vez más escéptica de la vida. Estoy ahora
convencido de que, como dice Aguilar Camín, el ojo humano tiene una
direccionalidad hacia el mal; que el ser humano, cualquiera, hasta la madre
Teresa de Calcuta, ante la alternativa de hacer el bien o de dañar, va a elegir
dañar, porque lo llevamos en el alma. Las personas somos terriblemente
imperfectas y tendemos a dañar porque así sobrevivimos mejor. Entonces, yo
estoy ahora en una onda un poco difícil en ese sentido. Estoy más cerca de
pensar que nos hemos olvidado de nuestra propia historia, que la manipulación
nos está gobernando, que la ficción de la libertad es cada vez más obvia y,
bueno, con las redes sociales ya no hay nada que esconder.
Estás en una onda pesimista respecto de la sociedad, pero has dicho que
en algún momento sentiste que podías ayudar a transformarla.
Bueno, yo de repente ya he generado algunos pequeños cambios con los
viajes. Pero a mí, no sé, ya no me interesa eso. Me interesa... quiero entender
el mundo por primera vez en mi vida. Antes me sentía muy cerca de Chomsky,
ahora me siento más cerca de Jodorovsky (ríe). Y digamos algunas cosas. Por
ejemplo, la Ley de Empleo Juvenil es una barbaridad que está pésimamente
configurada, una fórmula muy mala que no ha leído a los jóvenes, pero creo que
no se puede seguir más sin poner un parador del que cada vez más gente parta en
las mismas condiciones.
¿Qué se debe hacer, entonces?
Derogar esa ley y que la planteen no desde la perspectiva del
empresario, sino desde la persperctiva del trabajador. Tiene que ajustarse el
tema de las edades y se tiene que enfatizar mucho más el beneficio a futuro del
trabajador antes que el beneficio presente del empresario de contratar mano de
obra barata. Ese es el principal cambio: Que sea un sistema de estímulo de
capacitación y no un empleo injusto.
Esto de que las leyes se elaboren pensando en el empresariado es algo
de todos los gobiernos, ¿no?
En general, sí, desde hace mucho tiempo. Acá, con sus bemoles, todos
los últimos gobernantes terminan siendo –no quiero decir que empiecen– terminan
siendo agentes de los empresarios. Ahora, yo te confieso una cosa: después de
Fujimori, Alan y Toledo, personajes a los que yo deseaba que les fuera mal
porque tenían que desenmascararse, cuando sube Humala yo, no sé si porque ya
tenía nietos y uno ya está pensando en el futuro de ellos, cuando sube Humala y
yo lo veo y veo a Nadine y los conozco, por primera vez en mi vida sentí el
deseo de que les fuera bien. Yo te juro que a pesar de todo lo que les está
pasando, mantengo el deseo de que no se sigan destruyendo las cosas por la
irresponsabilidad del Apra, de Keiko, de PPK, de fuerzas políticas oscuras, del
Movadef...
¿Te parece que Humala está haciendo las cosas bien?
– Mira, yo creo que hace cosas
muy malas. Este intento de ley es un buen intento fallido, como tantos otros,
porque el tipo no sabe y es fácil que venga un empresario y diga: yo te voy a
enseñar cómo se hace... Pero, hay una actitud diferente. Es un factor
subjetivo, sociológico, más que político, que es el estilo. Me dirás que es
cachaco, chiricuto, lo que tú quieras, pero por el amor de Dios, no es un
farsante, no es un manipulador, no es un desgraciado, como lo es Alan García.
Tampoco es un pobre diablo, mentiroso, como lo es Toledo; ni un
asesino-psicópata, como lo es Fujimori. Este hombre es lo que es, es de una
sola pieza y a veces es manipulado, pero –por lo menos– siento que hay una base
confiable que yo no he perdido.
A pesar de López Meneses, a pesar de Martín Belaunde.
A pesar... Creo que a este pata le han hecho trastada y media, le han
puesto bombas de tiempo o lo han engañado con cosas que no conoce. Su
inexperiencia, ¿no? Pero no le dan un respiro. Yo no sé por qué la gente cada
vez odia más a sus políticos...
¿Será porque han hecho méritos para que eso sea así?
Yo no creo que Susana Villarán merezca el odio que generó. De ninguna
manera. Yo no creo que Ollanta ni Nadine merezcan el odio que la gente les
tiene. Les tienen odio, por el amor de Dios. Y es la desconfianza. El problema
de este país es la desconfianza. No confías en ti, no confías en tu talento,
entonces qué vas a tener confianza en el otro. Y otra cosa que te iba a decir,
el periodismo hace mucho que no está jugando el mejor de sus papeles. Todo lo
contrario.
¿Cuál es el problema, Rafo?
Primero, que en muchos casos responde a los intereses de las empresas.
Y luego, la calidad del periodista es muy baja. Contratan a periodistas
jóvenes, inexpertos, que no saben lo que dicen. Entonces, no tenemos paz para
meditar dónde estábamos y dónde estamos. Por eso te mencionaba a Jodorovsky: La
danza de la realidad. Nos olvidamos del pasado con una facilidad... Nos
olvidamos de Fujimori tanto como nos hemos olvidado de lo que fueron las
Cruzadas. Yo me pregunto si el yihadismo y todas estas cosas terribles que
están ocurriendo con el Islam extremo no son una respuesta histórica a lo que
hicieron los cruzados. La realidad da vueltas, si no sales de ese samsara, si
no te escapas, vas a seguir en lo mismo, y vamos a repetir errores, y vamos a
repetir errores, y vamos... ¿Cómo es posible que haya ganado Waldo Ríos en
Áncash?
¿Qué lógica me explica eso?
Volvemos a algo que dijiste al comienzo de esta conversación. No están
en el poder las personas que deberían estar.
Así es. Ahora, eso no va a ser siempre así...
¿No? ¿Cómo hacemos el cambio?
Ese es el punto... Yo sí creo que tiene que haber habido cambios en las
últimas décadas. Mira incluso en la época del Fujimori, una época nefasta, hubo
cuadros no fujimoristas que se formaron y siguen haciendo la tarea. Entonces,
otra vez Jodorovsky: El samsara y lo que te escapas. Analicemos lo que se está
repitiendo de manera perversa y que está generando cada vez más daño,
incluyendo con prioridad el tema ambiental. Ver qué hay que hacer para juntar
pasado, presente y futuro en un presente realista, de buena leche.
¿Es realista pensar en un Gastón Acurio conduciendo este ómnibus
llamado Perú?
No, yo creo que Gastón –que es un hombre sumamente inteligente– ha
elegido un rol político como de líbero. Él coquetea pero para hacer ver otro
fenómeno. Fíjate lo que ha pasado ayer (lunes) con estas declaraciones que ha
dado: "Si en el Perú hubiera un Gadafi o surgiera un líder de esa laya,
ahí sí yo me lanzo". Acá nunca va a haber un Gadafi, porque no hay
condiciones para un tirano de esa naturaleza, pero mira lo que te está
diciendo: "Ojo que podría ser que... estate atento y piensa bien...
mantente alerta, no te entregues a un mafioso".
Es el entrelineado el mensaje.
Exactamente, tú lo has dicho, el entrelineado que él sabe manejar a la
perfección. Y que lo entienda el que lo quiere entender.
Siempre has hablado de tu interés en la política. ¿Por qué no animarse
de una vez a dar el salto?
Mira, vamos a hablar claro. Por una circunstancia muy desagradable en
mi vida y mucho más inflada de lo que fue, pero –claro– de responsabilidad
entera mía, yo estuve envuelto en un episodio de plagio con [el libro] Lima
Bizarra. Simplemente por descuido, utilicé textos de otros colegas sin
citarlos. Okay, se armó “la casa de putas”. Aunque te parezca mentira, una cosa
así, que aparentemente está olvidada, sale cuando menos tiene que salir. Yo sé
que voy a vivir con esa condena encima. Y sé, por ejemplo, que no voy a poder
postular a un cargo universitario, porque el plagio es el peor delito en una
universidad. Ningún jurado va a querer premiar a un "plagiario". En
política me va a pasar lo mismo, me van a joder hasta que me muera. Eso yo lo
sé. Por eso quiero en el tiempo que me resta de vida ubicar un espacio que no
sea el del ejercicio político oficial para hacer política. Ese espacio puede
ser el de unir a estos personajes del país, relacionarlos, que se conozcan, y
que cualquiera pueda hablar con ellos para conocer, discrepar, todo eso...
Tú eres un hombre que ha simpatizado con la izquierda...
...He simpatizado con la izquierda porque eso es lo que tocaba a mi
generación.
Ok, y dices que ahora has cambiado por todo lo que has visto en tus
viajes, en la vida...
Mira, mi generación es una generación muy difícil por una razón que me
dio una persona el otro día: Nosotros estamos fregados porque hemos nacido en
un siglo y vamos a morir en otro (ríe). Me pareció brillante. Entonces, mi
generación estaba llena de pajaritos en la cabeza, derivados de un pésimo
marxismo, sindicalismos mal llevados, además muy influenciada por el
cristianismo que hacía que pensáramos que los pobres, por el hecho de ser
pobres, eran buenos. Pero Laura Bozzo ha sido quien más nos ha enseñado de
política. Ella levantó el telón y nos mostró que somos gente de mierda, que lo
que queremos es plata a cualquier precio, y que nos falta a gritos un
contrapeso educativo e institucional
para volvernos personas, si no del todo decentes, por lo menos
abstenidas.
Nos engañamos, entonces, cuando pensamos que el problema sólo está en
nuestra clase dirigente.
Por favor, todos estamos... Yo me he quedado atracado el otro día en
Barranco y era una cosa... Ese día yo me he bajado y me han gritado “apúrate,
cojo huevón”. Por eso te digo que si tenemos la opción de hacer el bien o el
mal, vas a hacer el mal. Si tienes la oportunidad, vas a decirme "cojo
huevón" (ríe). Por supuesto que somos cómplices. Mira, si aplicas una
encuesta realista sobre indicadores de pobreza en el Perú, estoy seguro de que
va a salir que la gente se siente pobre si no tiene un smartphone, un dvd, un
led. Hay un mundo al revés, donde las prioridades no están establecidas,
porque no hay liderazgos, porque no hay
instituciones.
Y donde no sabemos convivir.
Ah, ese es un tema que me gusta, porque yo sí creo que allí hay
matices. Yo soy norteño y adoro el norte, y coincido con Lucho Millones en que
el Perú, digamos desde Trujillo hacia el norte, es mucho más mesoamericano que
andino. Son culturas de barro, culturas más maleables, culturas de maíz,
culturas de bosque, culturas de curanderismo y no de daño, y ahí sí encuentras
una voluntad de convivencia natural con mucha buena leche, con solidaridad. O
por lo menos de no hacer daño, que ya es bastante.
Por eso siempre regresas a Piura,
a Pacasmayo...
Cada vez me interesa más Lambayeque, a pesar de que Chiclayo está
horroroso. Pero si tú subes por Ferreñafe a los bosques, a estos pueblos que
están ahí, y llegas agotado caminando a la casa de una señora campesina que
tiene su poyo de adobe, te va a sacar tu mantita tejida por ella misma y te va
a decir “señor, descanse”. Y te va a traer un café de olleta con una cachanga.
Yo ahí digo “caracho, todo es relativo”. Entonces, una vez más, hay que ver qué
cosa está girando mal y qué cosa se está escapando bien. Esa es mi nueva manera
de ver las cosas. Siento que hay una rueda horrible, contaminante, que no para,
pero que todavía hay lucideces que se escapan de eso y que hay que tener la
sutileza para descubrirlas.
Fuente: La República