lunes, 21 de noviembre de 2011

La izquierda mexicana de cara al 2012

La izquierda mexicana apela al corazón

“Pero, ¿no era el presidente legítimo?, ¿No sabe que en México está prohibida la reelección?”, ironizaba hace unos días un tuitero en las páginas de humor del diario Milenio tras anunciar el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que Andrés Manuel López Obrador repetiría como candidato de la izquierda mexicana en las elecciones presidenciales de 2012. AMLO, como es conocido en este país, nunca aceptó su derrota en 2006 por tan solo el 0,57% de los votos frente al presidente Felipe Calderón, pero el veterano líder radical y populista venció en las encuestas organizadas por el partido a Marcelo Ebrard, jefe del Gobierno del Distrito Federal , representante del ala moderada y modernizadora del PRD.

El duelo entre ambos políticos se planteó para muchos mexicanos y sobre todo en el llamado círculo rojo –la élite intelectual de izquierdas- como un dilema entre la pasión y la razón, entre el corazón y el cerebro, entre el mejor candidato y el mejor presidente. Al final el caudillo de instinto popular y verbo incendiario, el “Mesías tropical” como le llamó el historiador Enrique Krauze hace unos años, se impuso por estrecho margen -39,8% contra 37,3%- al favorito del centroizquierda. López Obrador lucharía por la presidencia. A cambio, Ebrard tendría manos libres para designar a su sucesor en Ciudad de México, una plaza esencial para la supervivencia del PRD y la única que le queda realmente tras la pérdida el pasado día 13 del Gobierno del Estado de Michoacán, cuna del partido.

Todo el arco político mexicano ha celebrado, en un país tan poco acostumbrado a que se acepten los resultados, la elegancia de Ebrard al acatar su derrota y la imagen de unidad ofrecida por la izquierda. También se ha escrito que el candidato López Obrador obligará al PRI y al Partido de Acción Nacional (PAN), en el Gobierno, a debatir en la campaña sobre el México que los ciudadanos quieren, desde los problemas de la seguridad, la impunidad, la corrupción y los monopolios hasta la reforma laboral y energética. Pese a que actualmente Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI, le lleva 20 puntos de ventaja a AMLO en las encuestas se da por hecho que esa inercia tiene los días contados.

“Ahora empieza la campaña presidencial en serio y el PRI lo va a tener más difícil”, comenta el investigador del Colegio de México, Sergio Aguayo. “Ha sido muy refrescante observar ese civismo democrático en un partido como el PRD acostumbrado a las peleas. Ebrard no tenía ni base en las organizaciones sociales ni en el partido y tendrá que ponerse a trabajar en ello de cara al 2018. Habrá que ver quién capta mejor el voto útil anti-PRI si López Obrador o Josefina Vázquez Mota (la precandidata favorita del PAN)”, añade.

López Obrador ha recorrido incansablemente el país estos cinco años y ha reunido tras de sí a todas las tribus de la izquierda al tiempo que ha moderado su mensaje, una metamorfosis que ya hicieron antes que él Lula en Brasil y Ollanta Humala en Perú. El punto culminante de este acercamiento a las clases medias, al sector privado y al establishment ocurrió hace unos días al volver a pisar después de un lustro un plató de Televisa, la principal cadena del país y considerada por él hasta hace poco parte integral de “la mafia del poder” que domina México. “Soy partidario de la reconciliación. Quiero inaugurar una nueva etapa con Televisa. Tenemos que sacar a este país adelante sin odios ni rencores”, afirmó.

Roger Bartra, antropólogo social de la UNAM, no cree en esa transformación ni augura mucho porvenir electoral al PRD. “La posibilidad de una izquierda moderna de corte socialdemócrata en México fue destrozada por AMLO. Es consciente de que tiene que irse a centro y modernizarse pero no creo que en estos meses pueda rehacerse. Fueron las clases medias las que le derrotaron en 2006”, afirma.

Para Bartra, “ahora el PRI lo tiene más fácil”. “El electorado mexicano, pese al 40% de pobres, es de centroderecha. La nueva clase media, esa pequeña burguesía despreciada tradicionalmente por la izquierda y que ahora son mayoría, es conservadora y está muy influida por la cultura popular de EE UU. Es una clase asustada que repartirá su voto entre el PRI y el PAN”, continúa.

“El PRI solo pierde cuando se divide”, señala el profesor. “Gobierna en la mayoría de los Estados del país, cuenta con una extraordinaria logística electoral y recibe votos de todo el abanico político. Como partido populista puede competir muy bien por el territorio del PRD”.

¿Tendrá éxito la segunda versión de López Obrador? ¿Sobrevivirá Ebrard a la eternidad que suponen seis años en política? Ya se verá. De momento, Aguayo considera que el problema real de las elecciones no está en los candidatos sino “en la compra de votos, en la agenda del crimen organizado y en la debilidad de la autoridad electoral. Van a ser unas presidenciales encarnizadas”.

Fuente: El País

lunes, 7 de noviembre de 2011

Cumbre del G-20: cambios en las relaciones internacionales

El G-20: Hacia el mundo del revés

Escribe: David Cufré.
Desde Cannes

Los resultados de la cumbre del G-20 dejaron entrever el cambio en la relación de fuerzas que se está produciendo entre las potencias tradicionales y las que vienen en ascenso. Es una transformación en proceso, cuyo alcance todavía es incierto y dependerá de cómo se muevan unos y otros. La crisis económica lleva ya más de tres años. Es un tiempo impensado si se toma en cuenta que quienes están bailando sobre la cuerda floja son Estados Unidos y la Unión Europea, comandada por Alemania y Francia. La primera señal del debilitamiento relativo de esos países fue la propia convocatoria al G-20 para dar respuesta a la debacle financiera, que estalló en septiembre de 2008 con la caída del banco norteamericano Lehman Brothers. Antes de ese hecho, cualquier situación importante en materia internacional era resuelta en exclusiva por el G-8, el club de los ya no tan pesos pesados que integran aquellos tres países más Gran Bretaña, Japón, Rusia, Italia y Canadá. Estas naciones necesitaron sumar a otras doce para darles legitimidad a las acciones que se habrían de emprender en respuesta a la crisis. Entre ellas, China, India y Brasil, y también la Argentina. La reunión de presidentes del G-20 que terminó anteayer en Cannes volvió a confirmar la influencia creciente de los países emergentes.

Al menos en economía, una década atrás nadie hubiera apostado un peso a que una Presidenta argentina pudiera decirles a los jefes de Estado de los países centrales que están haciendo todo mal en el manejo de su crisis. Eso fue lo que ocurrió el último jueves cuando Cristina Kirchner habló en el foro. Lo usual, durante décadas, era al revés. En julio de 2002, el gobierno de Eduardo Duhalde se resignó a que el FMI enviara a Buenos Aires una comisión de “economistas notables” para que dieran instrucciones. Tampoco nadie podía imaginar que el presidente de Estados Unidos le iba a decir al de Francia que tenían que “tomar como ejemplo” a la mandataria argentina por su triunfo electoral. Pudo haber sido una galantería, pero no es menos cierto que la cuestión de los liderazgos políticos está jugando un papel central en el desenvolvimiento del escenario internacional.

Fernández de Kirchner acaba de obtener un triunfo aplastante, la segunda reválida del proceso que arrancó en 2003. Como planteó Gabriel Tokatlian en este diario la semana pasada, la secuencia fue 22 por ciento Néstor Kirchner, 45 por ciento CFK y 54 por ciento el 23 de octubre. En Brasil ocurrió otro tanto con Lula da Silva, que ganó en 2002 con 46 por ciento en primera vuelta y 61 en la segunda, obtuvo la reelección en 2006 con 49 y 61 por ciento, respectivamente, y le pasó la banda a Dilma Rousseff este año después de que sacara 47 y 56 por ciento. De los países del G-8, uno forma parte también de los Brics. Es Rusia, que decidió poner un pie en este equipo junto a Brasil, India, China y Sudáfrica al advertir su potencialidad como actores globales. Un repaso sobre la situación de los jefes de Estado de los otros siete países muestra sus limitaciones.

- Estados Unidos. Obama sufrió un duro revés en las elecciones de medio término del año pasado y deberá esforzarse para ganar en noviembre de 2012.

- Alemania. 2011 es un año electoral clave, con votaciones en los estados federados que después repercuten en la conformación de mayorías en el Parlamento. Hasta ahora, en seis de siete elecciones en esos distritos el partido de Angela Merkel y sus aliados perdieron terreno.

- Francia. Nicolas Sarkozy también viene perdiendo elecciones regionales y cedió el control del Senado. El candidato socialista, François Hollande, lo supera cada vez por mayor margen en los sondeos para mayo de 2012.

- Italia. Silvio Berlusconi se encuentra en una situación política muy delicada, que podría eyectarlo del gobierno en cualquier momento. Hasta ahora logró sortear varias crisis, pero es una incógnita si podrá mantenerse hasta marzo de 2013.

- Inglaterra. David Cameron gobierna hace más de un año y medio y si bien su base política es la más sólida de los líderes de Europa, el plan de recorte de gastos genera un malestar creciente.

- Japón. El país sufre desde hace años una rotación de jefes de gobierno, a causa de problemas económicos como el magro crecimiento del PBI, el peso de la deuda y la apreciación del yen.

- Canadá. El primer ministro conservador, Stephen Harper, ganó este año las elecciones generales por tercera vez consecutiva desde 2006 y obtuvo la mayoría absoluta, con un 39 por ciento de adhesiones en las urnas.

En estas condiciones de liderazgos en discusión en las grandes potencias y gobiernos consolidados en los países emergentes no resulta extraño que el documento de cierre de la cumbre incluyera varios de los puntos sugeridos por los Brics y naciones como la Argentina. En algunos casos, en coincidencia con Estados Unidos, Alemania y Francia, y en otros al imponer su posición gracias al peso cada vez más relevante de sus economías. La Unión Europea esperaba que China ofreciera un aporte significativo de recursos para el fondo de rescate de los países de la región. Sin embargo, el presidente Hu Jintao desinfló rápido esas expectativas e hizo tándem con Brasil para obtener lo que habían ido a buscar: un mayor reconocimiento dentro del FMI. El G-20 aprobó que los Estados que lo deseen podrán hacer aportes voluntarios al organismo –esa posibilidad estaba vedada hasta ahora– y con ello se instrumentarán nuevas líneas de crédito flexible. Los Brics reclaman desde 2008 que se les reconozca mayor voz y voto y con esta nueva medida, podrán volcar recursos al Fondo y “comprar” una mayor participación de cuota, lo que equivale a más poder.

La cumbre de Cannes también estableció que el FMI deberá revisar de ahora a 2015 como máximo la composición de la canasta de las monedas de referencia. Los Derechos Especiales de Giro del Fondo lo integran el dólar, el euro, el yen y la libra. Ese proceso de revisión podría derivar en la incorporación del yuan para dar un mejor reflejo de la importancia de la economía china en el mundo. Las conclusiones del G-20 torcieron el rumbo respecto de lo que venía pasando en las cumbres de los últimos dos años, cuando las grandes potencias habían inclinado la balanza para dar señales promercado. Los Brics y países como Argentina tuvieron que ver con ese cambio. Lo más evidente fue la reincorporación de las cuestiones laborales al documento final. Allí figura que la recuperación del crecimiento, la generación de empleo y la promoción social deberán ser prioridades para revertir la crisis. Francia y Estados Unidos esta vez se sumaron. Por todas estas cuestiones fue que la Presidenta juzgó que la reunión de Cannes resultó positiva. En el mundo hay modificaciones en marcha, que podrán ir a mayor o menor velocidad, pero que ya son evidentes.

Fuente: Página 12