martes, 2 de julio de 2019

Leer es un trascendental hecho político


LA LECTURA Y LA APUESTA POR LA NACIÓN

Escribe: Patricia Arévalo, Vicepresidenta de la Cámara Peruana del Libro

Hace algunos meses, un ministro de Economía de un país vecino confesó que no leía novelas porque sentía que cuando lo hacía perdía un tiempo que podía usar para “aprender algo”. Muchos no pudimos evitar preguntarnos cuánto realmente sabríamos si no hubiéramos conocido las ficciones que nos formaron, e incluso cómo sería el mundo sin los grandes relatos que lo sustentan. La Biblia, los cantares de Homero, las tragedias griegas, las gestas y grandes epopeyas nacionales, el teatro shakesperiano, el Quijote, y tantas narraciones que dieron sustento a la civilización occidental; o las tradiciones orales quechuas, las leyendas sobre la fundación del Cusco, el gran general Ollantay, por mencionar algunos relatos que forman las bases de nuestra propia nación.

Cuando contamos algo, así sea un hecho objetivo e histórico, tomamos decisiones sobre qué resaltar y qué omitir. La ficción es vital en la construcción de los relatos, y la realidad también se construye con ellos. Vivimos una realidad dual. Una realidad objetiva, la del mundo “natural”, sobre la que se construye una capa de realidad ficcional: naciones, religiones, sistemas políticos y filosóficos. La geografía, el tiempo y los espacios físicos son objetivos, pero las naciones no lo son.

A pesar de que hay ficción en cada información que recibimos –y eso es hoy más evidente que nunca–, hay relatos de apariencia más objetiva que otros. Un documental o un noticiero nos informan, pero una novela, un cuento, una película o un poema nos permiten vivir como propios la angustia, la soledad, la solidaridad, la inseguridad, el dolor o la alegría de los personajes que pueblan esa historia, y nos permiten entender mejor la realidad al dejarnos vivir otras vidas y no solo nuestra muy limitada y efímera experiencia en la Tierra. Solo podemos vivir una vida en el mundo natural, pero tener la posibilidad de vivir muchas otras nos permite ser más sabios y construirnos como personas y como comunidades.

La pregunta sobre quiénes somos como país, cuál es nuestro “nosotros” y cómo formamos nuestra identidad es más fácil de responder a partir de las historias nacionales. Ahí el hábito de la lectura tiene un rol fundamental, pues es el mecanismo que nos permite generar la reflexión sobre cómo hemos ido construyendo la nación, qué hemos hecho bien y qué debemos mejorar para alcanzar el país que todos imaginamos para nuestro bicentenario.

Todos los que leímos el “Paco Yunque”, de Vallejo, en el colegio nos asomamos, tal vez por primera vez, a la profunda desigualdad de nuestra patria; leyendo “Un mundo para Julius”, de Alfredo Bryce Echenique, pudimos ver una realidad completamente distinta a partir de otra sensibilidad y otra mirada; “Los ríos profundos”, de Arguedas, nos mostró la vida de los Andes peruanos, con su dulzura y tristeza; el cuento “Alienación”, de Julio Ramón Ribeyro, nos mostró otra cara de la discriminación y el racismo; Mario Vargas Llosa en “La Casa Verde” nos permitió conocer los contrastes de nuestra selva; y en “Conversación en La Catedral”, la corrupción de nuestra política. Sería imposible mencionar a tantos escritores y escritoras que nos han ayudado a entender a nuestro país, pero al igual que cuando contamos una historia debemos omitir partes del relato, aquí no tenemos más remedio que hacer lo mismo.

En su libro “Sapiens: de animales a dioses”, el historiador Yuval Noah Harari explica que lo que permitió a los seres humanos sobrevivir y gobernar la tierra fue la capacidad de cooperar dentro de grupos grandes. Si no fuera por la cohesión, probablemente nos hubiéramos extinguido, pues somos como el más indefenso de los animales cuando estamos solos. Las historias que contábamos –dice Harari–, reunidos por las noches alrededor del fuego para conversar, nos permitieron crear esas comunidades, y por ello la gran revolución cognitiva fue la capacidad humana de inventar ficciones: crear historias y convencer a otros de que las crean. Es así como individuos que no nos conocemos y que ni siquiera sabemos de la existencia del otro podemos compartir ideas y creencias y formar comunidades.

Leer nos abre esos caminos. La lectura, en el formato que sea, nos enseña. Nunca será una pérdida de tiempo. Nunca habrá un tiempo mejor utilizado que ese que dedicamos a entendernos mejor y entender a los demás. Leyendo nos conocemos –a nosotros y a los otros– y solo conociéndonos nos podremos identificar y reconocernos como el gran país que somos.

El escritor y miembro de la resistencia francesa frente a los nazis Edouard Herriot dijo que la cultura es lo que queda después de que olvidamos todo lo que aprendimos. Aprender siempre implica tomar decisiones y cruzar fronteras, y eso es lo que nos da la lectura. Se dice que la mayor parte de la gente que lee lo hace por obligación y no por placer, pero si queremos crecer y llegar con mejor pie al bicentenario de nuestra independencia, es indispensable darnos cuenta de que leer “por gusto” no solo es un placer, sino una necesidad.

Fuente: El Comercio

martes, 4 de junio de 2019

La riqueza de estudiar en el extranjero


SEIS MESES DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO EQUIVALEN A CUATRO AÑOS DE VIDA NORMAL

Escribe: JAVIER DE LA CRUZ

Estudiar una carrera o un curso de posgrado en el extranjero es una peripecia vital que trasciende lo puramente académico. Deja en el alumno una impronta imborrable. Una experiencia que, según los expertos, al menos una vez en la vida todo estudiante debiera emprender. Tal vez hace 40 o 50 años viajar para estudiar era un planteamiento inalcanzable excepto para minorías elitistas. Hoy, sin embargo, las numerosas facilidades y convenios internacionales han convertido a la movilidad estudiantil en parte inherente de su formación. Estudiar en un país distinto al nuestro debe concebirse como una inversión de por vida.

"Ciertos estudios han demostrado que seis meses de movilidad internacional cambian a una persona tanto como cuatro años de una vida normal", indica Isabel Durán Giménez-Rico, vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.

El conocimiento de realidades sociales y sistemas educativos diferentes, la relación con nuevos compañeros, el alejamiento de la zona de confort familiar, la autoconfianza en uno mismo y la mejora de la inteligencia emocional multiplican la capacidad del alumno para adquirir conocimiento. La novedad de un escenario cultural desconocido y de sus gentes es una experiencia que multiplica la motivación. Algo así como escribir sobre un libro en blanco.

"He sido vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense durante 4 años y he podido comprobar en primera persona el entusiasmo que demuestran los estudiantes –los entrantes y los salientes–, al ser seleccionados para una experiencia de movilidad internacional", afirma Isabel Durán. Los intercambios académicos forman parte de la mayor revolución en el campo de la formación universitaria. Si el mundo es cada día más global, el ámbito del conocimiento ha demostrado ser el que menos fronteras tiene.

"El eslogan que se utiliza en el programa europeo de movilidad internacional Erasmus+ es Cambiando vidas, abriendo mentes", continúa la vicerrectora de la Complutense. "Pero estoy convencida de que es igualmente aplicable a los programas de movilidad entre España y Latinoamérica. Y es que se ha demostrado que estudiar, investigar o enseñar durante un periodo programas de intercambio internacional abre la mente de las personas y a menudo cambia sus vidas y las de sus instituciones".

Según la vicerrectora, "cuando hacemos la sesión de bienvenida a los estudiantes extranjeros siempre les digo que son muy afortunados y también muy valientes. Muy afortunados porque las encuestas demuestran que los estudiantes participantes en programas tipo Study Abroad desarrollan multitud de capacidades y competencias personales, emocionales y profesionales como curiosidad, confianza, adaptabilidad, sociabilidad, tolerancia, decisión, resolución de problemas, autocrítica y capacidad para defender sus ideas o para adaptarse a otros puntos de vista antes no contemplados".

Porque incluso las facetas a priori más adversas, como la separación del entorno familiar o sentimental, pueden convertirse para el estudiante en motores de crecimiento personal. No ver a diario a los seres más próximos ayuda a comprenderlos mejor, a quererlos y a valorarlos mucho más tras el regreso al país de origen. Lo mismo sucede en detalles no menos relevantes como los hábitos de vida. La comida es uno de ellos. En algunos casos la nueva gastronomía enamorará y en otros servirá para apreciar con más intensidad aún lo que momentáneamente se ha dejado atrás.

Por otra parte, la estancia en una universidad extranjera es un factor que se está convirtiendo en clave para un mercado laboral cada día más exigente. Según Isabel Durán Giménez-Rico, "por supuesto no podemos olvidar el impacto positivo sobre la futura empleabilidad de los egresados que han tenido una experiencia internacional, precisamente por las capacidades y habilidades que se desarrollan y que tanto valoran los empleadores". Según esta especialista, "un periodo de estancia en el extranjero no solo enriquece la vida de los estudiantes en el campo académico, sino también en la adquisición de habilidades interculturales y en su autoestima. También como profesora he podido percibir los beneficios de una experiencia de movilidad internacional: los estudiantes regresan a casa con una mayor madurez, desarrollan la capacidad de comparar instituciones y tienen una idea más clara de lo que ofrece su propia universidad y hasta su propio país".

Esa carga humanística no forma parte de ningún programa de estudio y solo se adquiere atravesando fronteras, permitiendo que el tiempo, las experiencias y el nuevo entorno modelen y enriquezcan la personalidad del estudiante, su sensibilidad social. Todos los que han disfrutado de esta experiencia coinciden en un mismo dictamen: su estancia en el extranjero constituye un antes y un después en sus vidas. Marca un capítulo aparte.

Según la vicerrectora de la Complutense de Madrid, "los alumnos mejoran sus habilidades comunicativas y sus competencias interculturales al vivir en otros países y entre personas de otras culturas, razas y realidades sociales. Se convierten en ciudadanos del mundo y su red de contactos y amistades se multiplica, por lo que la ganancia no es solo académica, sino también personal".

La nostalgia inicial de lo que se deja atrás no puede ser un elemento que encadene al estudiante universitario. Es una barrera psicológica fácilmente superable a una edad de curiosidad innata y plenitud intelectual. Isabel Durán concluye: "Estoy convencida de que cuando las familias, las universidades y los gobiernos invierten en financiar experiencias o programas de movilidad internacional, están invirtiendo en el futuro de sus hijos, sus instituciones y su sociedad. Una sociedad con ciudadanos más cultivados y tolerantes, más experimentados y con mentes más abiertas".

En 1434, Filippo Brunelleschi cambió para siempre el arte de la pintura con su tratado sobre la perspectiva. Era escultor y arquitecto y no hay registros de que jamás pintara un lienzo. Pero su escrito revolucionó la pintura, hasta entonces basada en representaciones lineales en un mismo plano. En el terreno académico, igual de inédita y enriquecedora es la perspectiva que aporta al alumno universitario una estancia fuera de su país. La de un mundo con forma, volumen y color.

Fuente: El País

martes, 23 de abril de 2019

Suicidio de Alan García es de una generación


EL SUICIDIO DE UNA GENERACIÓN

“Los jóvenes deben firmar el recambio sobre el féretro de la corrupción y el mesianismo”

Escribe: Julio César Mateus

El suicidio de Alan García tuvo un carácter épico y encendió la controversia como, seguramente, él había previsto. Así también, su acto fue el tiro de gracia a una generación de políticos que estaba agonizando, a quienes no unen las edades o las ideologías, sino la sombra de la corrupción. Algunos de sus exponentes intentarán aparecer de nuevo en el escenario político y participar en elecciones, pero ya no serán más que zombies con olor a cárcel. El próximo Congreso, completamente renovado, podrá asociar a la generación Lavajato con lo peor de la política.

A la caída de esa generación le acompaña el surgimiento y consolidación de nuevos lideres nacionales. Más allá de nuestras banderas, gustos y disgustos, los políticos de la nueva hornada son Salvador del Solar, Julio Guzmán, Verónica Mendoza, George Forsyth, Kenji Fujimori y otros que queremos ver llegar. El gatillo de Alan García definió un lugar en el espacio-tiempo histórico para una nueva generación de protagonistas. A los políticos de su misma generación, Alan García los llamó miserables en su carta de despedida. No sabemos aún si los nuevos serán mejores que los anteriores, pero queremos creer que no hipotecarán el país por dinero y poder.

A pesar de las nostalgias y los anhelos de los apristas que llenaron la Casa del Pueblo en el velorio de su líder, los partidos políticos del siglo pasado ya no van a resucitar. Augusto Ferrando y Chacalón tuvieron mucha más gente buscando su ataúd. La fuerza que está apagando los partidos políticos es más grande y poderosa que la muerte de Alan García. La capacidad limitada del Estado para resolver los problemas cotidianos, la desconcentración del poder político entre muchos actores diversos, y el efecto de las redes sociales en ciudadanos más (des)informados y más indignados, demanda reinventar las formas de (re)presentarnos políticamente.

Derivado de lo anterior, el suicidio más seguido por los medios peruanos confirma que la política y el espectáculo se han vuelto inseparables. Los políticos por venir son futbolistas o actores de cine, si no se presentan rodeados de comics para recibir más likes. Se auguran políticos que serán producto de un manual de marketing. El equilibrio entre la política y el espectáculo puede ser el desafío público más importante del siglo que recién empieza. Los nuevos políticos no podrán dejar de discernir entre lo necesario y lo superficial para ganar audiencia. Se hallarán en el permanente dilema de abandonar una reforma porque carece de impacto mediático.

Los nuevos aires de la política peruana heredan pendientes históricos que la generación recién enterrada no supo, no pudo y no quiso resolver. Las inequidades económicas, sociales y étnicas son nuestras verdaderas cadenas al pasado. Los rostros que entrarán --que entraremos-- a hacer política, deben ver el Perú desde las regiones. Cuando Alan García toma su última decision, el Presidente del Perú proviene de una región fronteriza lejana a Lima. A pesar de las voces apocalípticas y celosas, nuestro actual gobernante mantiene una aprobación mayor que la de sus predecesores en su primer año de gobierno. Así, las nuevas generaciones de políticos pueden ver a las regiones y ciudades como polos de desarrollo ávidos de liderazgo, tentando alcaldías y gobernaciones que, luego, les permita saltar a lo nacional.

Con Alan García se despide una generación que entendió el crecimiento del Perú compatible con sus negocios millonarios bajo la mesa. Pero él no se suicidó solo porque estaba acorralado por la justicia. Las investigaciones judiciales abonaban sobre una tragedia, para él, mayor: que su protagonismo y poder político se estaban apagando. Sabía que sus recursos políticos no le servían ya para hacerse de gloria. Con su generación desaparecen el balconazo y el mitin, el militante y el carné. Se despiden un conjunto de prácticas políticas desfasadas en tiempos de tecnologías y medios de comunicación descontrolados. Preso de los tiempos, Alan García se hizo viral a costa de su propia vida. Bien lo dijo Omar Taupier: su último megáfono fue una bala.

martes, 19 de marzo de 2019

Caída de Alan García es un buen mensaje anticorrupción


Aquí se va a defender lo ganado

Escribe:
Cruz Silva Del Carpio
Abogada titulada por la PUCP. Fue Coordinadora del área Justicia Viva del Instituto de Defensa Legal – IDL. Actualmente, es Coordinadora del área Estado de Derecho de la Fundación por la Justicia y el Estado de Derecho (FJEDD) de México.

El mundo nos mira. Somos el país de Latinoamérica que a pesar de los constantes ciclos de bonanza económica y de robo sistemático de sus ganancias, como nos lo explica Alfonso Quiroz, está a punto de someter a la justicia a uno de sus eternos personajes políticos. Justamente, al más escurridizo de todos: Alan García.

Ya antes hemos sido foco de atención. No es usual que un país tenga, como investigados o procesados por corrupción, a todos los presidentes que lo han gobernado. Tampoco es común que el líder histórico del partido político mayoritario y con mayor poder hasta el día de hoy, haya sido sentenciado, indultado y devuelto a prisión luego de un indulto trucho por mandar a matar en la década pasada a estudiantes y heladeros, además de haber secuestrado a un empresario y a un periodista, Gustavo Gorriti. Y que su hija, la heredera (aunque no exclusiva) de la histórica antipolítica peruana, también esté en prisión (aunque preventiva).

El año pasado el Perú dio una muestra más de lo que puede hacer. Luego que su periodismo de investigación revelara los CNMaudios de la vergüenza en medio de los destapes de corrupción en el Congreso, cayeron los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, jueces, empresarios, un presidente del Poder Judicial, un Ministro de Justicia. Luego vendría la caída que parecía imposible, del hoy ex Fiscal de la Nación. Pedro Chávarry. Y todo eso, sin contar en que por dos oportunidades este país logró salvarse de una nueva presidencia fujimorista, dejando de lado en el camino también a PPK.

Todo eso lo logró nuestra gente en la calle. En un país con poco sostén institucional para combatir estructuras corruptas y asesinas, nada, absolutamente nada, se hubiera movido sin la pisada firme en la calle. Estudiantes, familiares de víctimas, mujeres, organizaciones sociales de base, representantes de pueblos indígenas, trabajadores, profesionales, amas de casa, ciudadanos, fueron los que marcaron la diferencia; mostrando la dignidad que nuestro pueblo tiene. Todo esto no fue sin desacuerdos y debates profundos dejados de lado al final de cada movilización social, a los que obligatoriamente debemos de regresar, más temprano que tarde. Pero, seguíamos ( y seguimos) en la lucha demostrándonos que sí se puede, con todo el reto que significa organizarse y salir con fuerza y contundencia con un Estado que no prepara a los ciudadanos a preocuparse por lo público ni pensar en real progreso.

Muchas veces se ha jodido el Perú. Pero hoy estamos en una de esas coyunturas en que podemos virar y cambiar un poco esta historia de saqueos constantes.

La justicia le pisa los talones a Alan García, al fin, luego de tantos años que involucran una huida al extranjero, la prescripción impune de delitos, una labia mentirosa, fiscales que no le investigaron bien y jueces que a pesar de estar impedidos participaron del cierre de prometedoras investigaciones, como aquellas  de la Megacomisión, y todo eso, manteniéndose en el poder ahora con socio fujimorista incluido.

Al fin, y de forma objetiva y con serios indicios, podemos contar los días para que Jorge Barata hable, y podemos ver que hay fiscales que no se amilanan frente a un objetivo que, como dice el mismo investigado, es histórico. Pero de ese mismo nivel de avance, es el nivel de la desesperación y el ataque de quien se siente acorralado.

García y la maquinaria que lo secunda ha arremetido estos días contra IDL-Reporteros con difamaciones y mentiras, y sobre todo contra Gorriti en una contraofensiva (claramente lo señala Gorriti en “Hasta aquí: Frente a la matonería, la decisión”), porque sabe lo que se viene, si no logra impedir que los periodistas sigan descubriendo e informando la verdad que están empeñados en entregar sin reservas.

En ese punto de la viada anticorrupción, la agresión física al fiscal José Domingo Pérez y los ataques directos al periodismo, marcan una nueva y peligrosa etapa: aquella donde se está dispuesto a todo con tal de mantener todo tal como está. Ahora, un vocero fujimorista y agresor convoca para un “plantón” en las propias oficinas de IDL-Reporteros ¿Por qué es tan grave esta nueva etapa? Porque en ella se está construyendo un choque agresivo, antidemocrático, antiderechos, impulsado y promovido por quienes buscan mantener su impunidad.

No hemos llegado hasta aquí, para que una turba política de siempre, que aun está en el poder, nos quite lo arrancado.

Todos los logros de la lucha contra la impunidad fueron así, en las calles, y así nos toca ahora retomarlas; más aún cuando el impresentable Becerril hace un llamado a supuestas contramarchas tratando de borrar la memoria de quién es quién en la corrupción del Perú.

Este es el momento de reorganizarnos a paso firme, porque la corrupción y sus prácticas son el origen de muchas de las desigualdades que vivimos. Y aunque Vizcarra no le haya dado este año el espaldarazo que merece la lucha anticorrupción -desviando la agenda política hacia nuevas vulneraciones de derechos- los ciudadanos y ciudadanas que salieron y saldrán a las calles, verdaderos autores y autoras de los cambios que hemos tenido, no vamos a permitir que se retroceda ni que se violente a nadie, mucho menos que otra vez se joda el Perú y que se sigan quedando con sus cuotas de poder los empresarios y políticos corruptos. Ellos deben dejar de conducir el país tras bambalinas, y con ellos debe ser cancelada para la siempre la forma en que han cooptado nuestros destinos. Y la caída de García es un muy buen e histórico punto de partida.

La organización, los piquetes informativos y las calles nos esperan.

Fuente: SER