Vidas sedentarias, la otra
epidemia global
Una persona sale de su casa para el trabajo y al llegar a la parada de
autobús descubre que la han colocado dos cuadras más lejos. En el edificio en
el que está su oficina se entera de que los elevadores solo paran cada cuatro
pisos. Más tarde, al ir de compras, se encuentra con que el centro comercial
desconectó todas las escaleras eléctricas.
Probablemente la persona se irrite por tener que hacer con sus dos pies
lo que antes hacía sobre una máquina, además de que estos nuevos arreglos
significan que debe dedicar más tiempo a trasladarse, llegar a su lugar de
trabajo, o ir de compras. Estos cambios, sin embargo, podrían estarle salvando
la vida.
El sedentarismo mata a unas 5.3 millones de personas al año, según la
OMS, y con el aumento y envejecimiento de la población, cada vez estará más
presente, especialmente en las regiones de ingresos bajos y medios. En el caso
de Latinoamérica se estima que provoca 1 de cada 10 muertes.
Aunque en los últimos días el panorama informativo internacional ha
estado dominado por los brotes de ébola y chikungunya en distintos países, cada
vez más gente en el mundo cultiva un estilo de vida que representa una seria
amenaza para la salud pública.
Y es que los estilos de vida con poca o nula actividad física son el
principal causante del sobrepeso y la obesidad, así como uno de los mayores
factores de riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y artrosis y
cáncer de colon y mama. Todas ellas, combinadas, representan el 63% de las
muertes anuales. En Latinoamérica, la inactividad física es uno de los factores
de riesgo más preponderantes para las enfermedades crónicas no transmisibles.
Más consultas, más enfermedades
Aparte de repercutir directamente en la calidad de vida de los
ciudadanos, el sedentarismo supone un fuerte desgaste de los sistemas de salud
de la región, ya que implica un aumento poco deseable de consultas médicas y de
poblaciones con más riesgo de padecer enfermedades no transmisibles.
Según los expertos, la inactividad física generalizada en nuestras
sociedades tiene su origen en la urbanización y en la implementación masiva de
avances tecnológicos. Desde ver la televisión en el sofá o desempeñar empleos
sin componente físico, las sociedades modernas han desarrollado hábitos poco
saludables cuyas consecuencias son cada vez más preocupantes.
Un simple ejemplo ayudará a comprender mejor la magnitud de la
situación: la acción de barrer el piso de una casa, por ejemplo, equivale a
caminar unas 30 cuadras. Con la aparición de las aspiradoras inteligentes,
desaparece el ejercicio. Al uso de la tecnología cabe sumarle los
desplazamientos motorizados, que reemplazaron a las tradicionales y más sanas
caminatas.
“El espacio público condiciona el estilo de vida de los ciudadanos”,
explica Luís Pérez, especialista en salud del Banco Mundial. “Las ciudades
tienen un papel importante en impulsar el ejercicio físico: pueden crear sendas
y aceras amplias o fomentar el uso de espacios públicos como parques. Sin
embargo, todas estas iniciativas están supeditadas a que los espacios que se
creen sean seguros y estén bien iluminados”, afirma Pérez.
Comodidad vs salud
Pero realizar ejercicio, al fin y al cabo, es una elección personal. Y
en muchas ocasiones los ciudadanos prefieren vivir al lado de estaciones de
transporte público que caminar unos minutos, en un ejemplo de cómo la comodidad
de los avances modernos y la tendencia a no perder tiempo están afectando
directamente en la salud de los propios habitantes. Ante esta coyuntura, son
las autoridades quienes deben actuar para ayudar a que la vida en las ciudades
sea un tanto más física.
Según Pérez, existen medidas simples que podrían ayudar a paliar los
efectos del sedentarismo y a crear sociedades más sanas. Por ejemplo, poner
paradas de autobús cada cuatro cuadras en lugar de a cada dos ayudaría a que se
caminara más y se cumpliera así el mínimo de ejercicio físico semanal, estimado
en tres días por semana, media hora cada día. En este sentido, también se
contempla crear ejes de transporte público alejados (dos o tres cuadras) de los
núcleos comerciales de las ciudades.
Otra de las medidas prácticas que podrían causar un efecto positivo es
restringir el uso del ascensor o reducir el número de escaleras mecánicas en
los grandes centros comerciales. En definitiva, se trata de medidas públicas
que incorporen el ejercicio al día a día de los ciudadanos.
Cómo evitar los males del
sedentarismo
Paralelamente, en lo que a la esfera privada se refiere, los expertos
recomiendan una serie de medidas para evitar convertirse en un ser sedentario y
dejar de estar tan expuesto a las enfermedades asociadas. Entre ellas, destacan
el realizar al menos 30 minutos de ejercicio, ya sea caminar enérgicamente,
subir y bajar escaleras, bailar, andar en bicicleta, nadar, caminar en lugar de
utilizar auto, realizar tareas domésticas y de jardinería, lavar el auto,
practicar deportes. De hecho, según la OIT, las personas que realizan poca
actividad física corren un riesgo entre 20% y 30% mayor de morir por cualquier
causa.
Esta actividad, recomiendan los expertos, debe realizarse de forma
gradual, dos o tres veces por semana, y debe incrementarse a medida que pasa el
tiempo.
Fuente: El País