Paola Guevara: "Es increíble cómo la Colombia urbana no apoyó a la
Colombia rural"
Periodista del diario colombiano El País analiza la sorpresiva decisión
de los ciudadanos de Colombia de decirle No al acuerdo de paz entre el Gobierno
y las FARC. Guevara vislumbra un escenario poco esperanzador para un país que
pudo terminar una guerra de medio siglo y perdió un momento histórico.
Colombia se encuentra tratando de rearmar contra el reloj un camino que
pocos imaginaron se verían obligados a retroceder. El escenario menos
previsible ha dejado en nuestro vecino del un vencedor político con tratamiento
de expresidente y un Gobierno que deberá de redoblar los esfuerzos para que
todo lo avanzado no caiga en saco roto.
En medio de la sorpresa y desesperanza que dejó el triunfo del No al
acuerdo de paz entre el Estado y las FARC, LaMula.pe conversó con Paola
Guevara, escritora y periodista del diario caleño El País, sobre lo poco
esperanzador que se vislumbra un panorama en el que todo indica que habrá que
empezar de nuevo, porque "el huevo roto ya no sirve ni para hacer
tortillas".
¿Cómo ha amanecido la Colombia del día después? ¿Qué se respira en las
calles con un escenario que pocos asumieron como probable?
Amaneció adolorida, con una sensación de incertidumbre sobre lo que
pueda ocurrir. No solamente los que votamos por el Sí, sino los que votaron por
el No también tienen ese estado. Hay que ver la reacción de la gente al
interior de las familias, en las redes sociales, en las oficinas para darse
cuenta de ello. Tuvimos en las manos la posibilidad de cambiar el rumbo de un
país y de poner fin a una guerra de 52 años, y no lo hicimos.
En un país en el que todas las encuestas daban ventajas de más del
doble al Si, ¿cómo explicar el triunfo del No?
Venció el No porque todavía hay mucha desinformación respecto al
proceso de paz. Hubo gente que votó por iglesias cristianas que dieron orden a
sus fieles de votar por el No diciendo unos argumentos absolutamente ridículos
como que de Cuba iban a venir 'brujos y santeros'. Además se intentó ligar el
tema de las FARC al debate sobre la familia y sobre el género. Decían '¿usted
quiere vivir en un país que es castro-chavista y que no cree en la familia sino
que permite la adopción gay?, entonces vote por el Sí'.
¿Pesó también el 'factor Venezuela?
El país tiene mucho terror, una especie de pánico colectivo al ver el
modelo venezolano. Nadie quiere ser Venezuela, entonces también un sector lo
usó como una herramienta para atemorizar a la gente. 'Usted vota por el Sí y la
paz con las FARC, entonces nos vamos a volver Venezuela. Las decisiones las van
a tomar entre Fidel Castro y Maduro con un Santos que traiciona y se vende como
una persona capitalista pero en el fondo tiene un ánima comunista'. En fin,
toda una ola de desinformación completamente absurda terminó calando en un gran
sector de los colombianos.
¿Hubo intención de asociar el voto por el Sí como una postura pro-FARC?
En Colombia hay un gran odio que han sembrado las FARC por su propia
cuenta y sin ayuda de nadie. Estamos hablando de un grupo armado que no goza de
ninguna popularidad entre los del Sí y los del No. De una guerrilla
narcotraficante, que no tiene el más mínimo apoyo popular y que ha llenado este
país de guerra, violencia, miseria, tortura, secuestro. Yo sé que desde afuera
no se entiende muy bien lo que está pasando en Colombia, pero es un grupo que
se ha ganado durante muchas décadas el odio de los colombianos y hay un sector
importante de Colombia que no los perdona.
El mapa que dejó el plebiscito es el de un país partido, en el que los
resultados han sido muy marcados de acuerdo a la realidad de las regiones...
Hay dos países porque las votaciones han sido prácticamente iguales. El
No ganó apenas por alrededor de 60 mil votos. Ahora, sí se mira
geográficamente, toda la periferia de Colombia votó por el SÍ y todo el centro
del país, que son los centros de poder y las ciudades principales como Medellín
y Santander, votaron por el No, con excepción de Bogotá. Pero lo llamativo es
que las zonas históricamente golpeadas por la violencia son las que han votado
por el Sí. Por ejemplo, hay una población en el Chocó que se llama Bojayá, la
misma que sufrió una masacre terrible a manos de las FARC y que votó 95% que sí
a los diálogos de paz. Sí a firmar el acuerdo, sí a refrendar y sí a perdonar.
Increíble que quienes más sufrieron dolor, tortura y desplazamientos votaron
por el Sí. Sin embargo, desde las ciudades, la comodidad de los hogares y de
nuestras casas, nos dimos el lujo de votar que no para que en el campo mañana
sigan reclutando niños menores de edad y hayan más muertos. Es increíble como
la Colombia urbana no apoyó a la Colombia rural.
¿Varía el escenario con la dimisión de Humberto de la Calle, el jefe
negociador del Gobierno? *
Claro, es preocupante porque es de las personas que más credibilidad
tiene en este país. Es el único personaje en la mesa de negociación a quien las
FARC trata con una especie de reverencia. Puso su cargo a disposición porque la
verdad es también un fracaso muy profundo para él. Dijo hace poco que este es
el mejor acuerdo posible, lo que se pudo lograr porque ni quedó contenta la
guerrilla del todo, ni el mismo Gobierno, pero el mínimo posible es este. Y al
no votar por el Sí mucha gente creía que al día siguiente íbamos a poder
sentarnos en la mesa con las FARC para corregir los puntos que no nos gustaran,
pero ahora resulta que no. Si esto es a lo que se pudo llegar y ahora votaron
que No, pues hay que empezar de cero. Un analista definía esta mañana el
escenario diciendo que el huevo ya se rompió. Hay que hacer que la gallina
ponga un nuevo huevo porque el primer huevo está roto y ya no se puede hacer ni
tortilla con él.
¿Cómo queda la figura del expresidente Álvaro Uribe?
La renuncia de De la Calle deja en una gran incertidumbre al país y
hace ganar totalmente en preponderancia e importancia a Álvaro Uribe y la gente
del Centro Democrático. Saben que tienen un aval en la votación y un peso muy
importante. Por ejemplo, el presidente Juan Manuel Santos citó esta mañana a
todos los partidos políticos a ver cómo se puede salvar el acuerdo y Uribe se
dio el lujo de no asistir. Entonces no entendemos cómo promueven el No pero
cuando el presidente los llama para escuchar sus ideas y sus propuestas deciden
no acudir. Hemos quedado en una especie de limbo porque no se ve de cerca ni
una fecha, ni una forma de proceder. Un limbo jurídico, político. Hay una gran
sensación de no saber lo que va a pasar.
Se llegaron a oír rumores de la renuncia del presidente Santos...
No es viable. No tiene la más mínima intención de renunciar, eso es
algo que podemos descartar de plano. Él habló para los colombianos y dijo que
no renunciaría en la búsqueda de la paz porque era su mandato constitucional el
seguir tras de ella.
Incluso desde las mismas FARC al parecer no hay intenciones de patear
el tablero...
La guerrilla no dijo 'volvemos de inmediato a bombardear las ciudades',
sino que sus miembros dijeron 'tenemos amor en nuestros corazones'. Increíble
que ahora las FARC, los más criminales, nos den lecciones al hablar de amor. O
sea, tanto el Gobierno como las FARC van por el Sí pero el Centro Democrático,
que promovió con fiereza al No, ni siquiera asiste a la primera convocatoria.
¿Se esperaba el enorme ausentismo de más del 60% de votantes?
Es muy similar a lo que históricamente ocurre con las elecciones.
Fíjate que para las elecciones presidenciales o de la Cámara de Representantes,
la abstención suele estar por el mismo nivel, así que concluimos que los que
votamos somos básicamente los mismos de siempre. Claro que uno entiende que la
política tradicional con toda su corrupción pueda alejar a muchos votantes de
las urnas, pero cuando en este momento se estaba hablando del futuro del país y
la paz que es algo que nos involucra a todos, creímos que la ausencia iba a ser
menor. Que los jóvenes lo iban a hacer con entusiasmo al ser para muchos su
primera votación y no ocurrió, votamos los mismos de siempre. La gran ganadora
ha sido la desidia y eso sí es algo muy difícil de entender.
Hace poco usted escribió en una columna, haciéndose eco precisamente de
palabras de Humberto de la Calle, que prefería un acuerdo imperfecto que
permite abrir un camino de paz, antes que seguir soñando con el final de una
guerra interminable. Lo imperfecto antes que lo imposible. ¿Sigue pensando lo
mismo tras estos resultados?
Está muy difícil porque estaba la oportunidad y perdimos un momento
histórico. Esto se puede ir para otros años más, cinco, diez, quién sabe. Para
que puedan darse las condiciones históricas, políticas y generar la coyuntura
en la que volvamos a tener un acuerdo que podamos poner a disposición de la
voluntad popular, pueden pasar muchos años. En este momento nadie lo sabe y si
hacemos un poco de futurología, podríamos decir que estamos en manos de quienes
promovieron el No, porque ahora tienen que tener muchísima disposición para
tender puentes, poder sentarse a ver de qué forma vamos a salvar entre todos el
acuerdo y que los puntos que critican puedan encontrar alguna forma de ser
modificados. Yo lo veo muy difícil, soy bastante escéptica. Y ya es muy diciente
que lo primero que haga Álvaro Uribe sea no asistir al primer llamado del
Gobierno.
*Al cierre de esta nota Humberto de la Calle fue ratificado por el
presidente Juan Manuel Santos como jefe del equipo negociador.