viernes, 7 de octubre de 2016

El retraso de los Panamericanos

Juegos del hambre

Escribe: Patricia del Río

El representante hace las veces de alguien más. Actúa como lo haría el que no está presente. Pero esta regla tan elemental de la democracia se va al cacho cuando nuestros padres y madres de la patria manejan agendas ocultas. Cuando aquellos que nos juraron en campaña que se fajarían por todos nosotros se esmeran en defender los intereses de unos cuantos. Se afanan por sacar leyes y perseguir a funcionarios con el único fin de facilitarle la vida a algún grupete de mafiosos.

Desde hace unas semanas, por ejemplo, asistimos a un hecho francamente insólito: el ministro de Educación ha pasado de ser una estrella a un incompetente. Ha dejado de ser el ministro que todos los candidatos a la presidencia ofrecían dejar en su puesto, a ser el apestado del gobierno anterior. De buenas a primeras, se ha transformado en un inútil al que no le interesan los Panamericanos. Y decimos que el hecho es insólito porque, salvo que la mayoría de ciudadanos nos hayamos perdido de algo muy grave, a Saavedra no se le ha descubierto ningún caso de corrupción, no se le ha levantado el Sutep en huelga indefinida, no se le ha desmoronado un colegio. Nadie dice que su cartera no enfrente dificultades, pero seamos sinceros, el ministro de Educación no enfrenta una crisis real.

¿Es el retraso en los Panamericanos algo tan grave como para hacerlo caer en desgracia? Si por un tema de retraso en las obras pidiéramos siempre la cabeza de nuestras autoridades, Castañeda estaría en su casa y ningún ministro de Transportes o gobernador regional duraría tres meses en el cargo. Resulta cada vez más evidente, entonces, que el avance de los Juegos Panamericanos, que es y debe ser una preocupación de todos los peruanos, se ha convertido en un pretexto para sacar a un ministro que ha llevado adelante reformas incómodas.

Las universidades mediocres que quieren volarse la Sunedu, los que exigen que el gobierno entregue la administración de escuelas públicas a privados o los que quieren su tajada en las licitaciones de los juegos encuentran en Saavedra un obstáculo. Y son precisamente estos grupos que, haciendo uso de su capacidad de “influir” en la agenda de nuestros parlamentarios, convierten el Congreso en un circo donde se disfrazan de causas justas las causas mezquinas de unos cuantos.

Donde los ministros y funcionarios incómodos de pronto se transforman en “inútiles”. Donde los Panamericanos que hasta hace unos meses no interesaban a nadie, se transforman en la gran causa nacional.

Ya pues, señores, un poco más de seriedad: si quieren bajarse a Jaime Saavedra porque interfiere con los negocios de sus amigotes, díganlo fuerte y claro, y dejen de usar el deporte como pretexto: sus poco atléticas y esbeltas figuras los delatan.


Fuente: El Comercio

martes, 4 de octubre de 2016

Acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC

Paola Guevara: "Es increíble cómo la Colombia urbana no apoyó a la Colombia rural"

Periodista del diario colombiano El País analiza la sorpresiva decisión de los ciudadanos de Colombia de decirle No al acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. Guevara vislumbra un escenario poco esperanzador para un país que pudo terminar una guerra de medio siglo y perdió un momento histórico.

Colombia se encuentra tratando de rearmar contra el reloj un camino que pocos imaginaron se verían obligados a retroceder. El escenario menos previsible ha dejado en nuestro vecino del un vencedor político con tratamiento de expresidente y un Gobierno que deberá de redoblar los esfuerzos para que todo lo avanzado no caiga en saco roto.

En medio de la sorpresa y desesperanza que dejó el triunfo del No al acuerdo de paz entre el Estado y las FARC, LaMula.pe conversó con Paola Guevara, escritora y periodista del diario caleño El País, sobre lo poco esperanzador que se vislumbra un panorama en el que todo indica que habrá que empezar de nuevo, porque "el huevo roto ya no sirve ni para hacer tortillas".

¿Cómo ha amanecido la Colombia del día después? ¿Qué se respira en las calles con un escenario que pocos asumieron como probable?

Amaneció adolorida, con una sensación de incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir. No solamente los que votamos por el Sí, sino los que votaron por el No también tienen ese estado. Hay que ver la reacción de la gente al interior de las familias, en las redes sociales, en las oficinas para darse cuenta de ello. Tuvimos en las manos la posibilidad de cambiar el rumbo de un país y de poner fin a una guerra de 52 años, y no lo hicimos.

En un país en el que todas las encuestas daban ventajas de más del doble al Si, ¿cómo explicar el triunfo del No?

Venció el No porque todavía hay mucha desinformación respecto al proceso de paz. Hubo gente que votó por iglesias cristianas que dieron orden a sus fieles de votar por el No diciendo unos argumentos absolutamente ridículos como que de Cuba iban a venir 'brujos y santeros'. Además se intentó ligar el tema de las FARC al debate sobre la familia y sobre el género. Decían '¿usted quiere vivir en un país que es castro-chavista y que no cree en la familia sino que permite la adopción gay?, entonces vote por el Sí'.

¿Pesó también el 'factor Venezuela?

El país tiene mucho terror, una especie de pánico colectivo al ver el modelo venezolano. Nadie quiere ser Venezuela, entonces también un sector lo usó como una herramienta para atemorizar a la gente. 'Usted vota por el Sí y la paz con las FARC, entonces nos vamos a volver Venezuela. Las decisiones las van a tomar entre Fidel Castro y Maduro con un Santos que traiciona y se vende como una persona capitalista pero en el fondo tiene un ánima comunista'. En fin, toda una ola de desinformación completamente absurda terminó calando en un gran sector de los colombianos.

¿Hubo intención de asociar el voto por el Sí como una postura pro-FARC?

En Colombia hay un gran odio que han sembrado las FARC por su propia cuenta y sin ayuda de nadie. Estamos hablando de un grupo armado que no goza de ninguna popularidad entre los del Sí y los del No. De una guerrilla narcotraficante, que no tiene el más mínimo apoyo popular y que ha llenado este país de guerra, violencia, miseria, tortura, secuestro. Yo sé que desde afuera no se entiende muy bien lo que está pasando en Colombia, pero es un grupo que se ha ganado durante muchas décadas el odio de los colombianos y hay un sector importante de Colombia que no los perdona.

El mapa que dejó el plebiscito es el de un país partido, en el que los resultados han sido muy marcados de acuerdo a la realidad de las regiones...

Hay dos países porque las votaciones han sido prácticamente iguales. El No ganó apenas por alrededor de 60 mil votos. Ahora, sí se mira geográficamente, toda la periferia de Colombia votó por el SÍ y todo el centro del país, que son los centros de poder y las ciudades principales como Medellín y Santander, votaron por el No, con excepción de Bogotá. Pero lo llamativo es que las zonas históricamente golpeadas por la violencia son las que han votado por el Sí. Por ejemplo, hay una población en el Chocó que se llama Bojayá, la misma que sufrió una masacre terrible a manos de las FARC y que votó 95% que sí a los diálogos de paz. Sí a firmar el acuerdo, sí a refrendar y sí a perdonar. Increíble que quienes más sufrieron dolor, tortura y desplazamientos votaron por el Sí. Sin embargo, desde las ciudades, la comodidad de los hogares y de nuestras casas, nos dimos el lujo de votar que no para que en el campo mañana sigan reclutando niños menores de edad y hayan más muertos. Es increíble como la Colombia urbana no apoyó a la Colombia rural.

¿Varía el escenario con la dimisión de Humberto de la Calle, el jefe negociador del Gobierno? *

Claro, es preocupante porque es de las personas que más credibilidad tiene en este país. Es el único personaje en la mesa de negociación a quien las FARC trata con una especie de reverencia. Puso su cargo a disposición porque la verdad es también un fracaso muy profundo para él. Dijo hace poco que este es el mejor acuerdo posible, lo que se pudo lograr porque ni quedó contenta la guerrilla del todo, ni el mismo Gobierno, pero el mínimo posible es este. Y al no votar por el Sí mucha gente creía que al día siguiente íbamos a poder sentarnos en la mesa con las FARC para corregir los puntos que no nos gustaran, pero ahora resulta que no. Si esto es a lo que se pudo llegar y ahora votaron que No, pues hay que empezar de cero. Un analista definía esta mañana el escenario diciendo que el huevo ya se rompió. Hay que hacer que la gallina ponga un nuevo huevo porque el primer huevo está roto y ya no se puede hacer ni tortilla con él.

¿Cómo queda la figura del expresidente Álvaro Uribe?

La renuncia de De la Calle deja en una gran incertidumbre al país y hace ganar totalmente en preponderancia e importancia a Álvaro Uribe y la gente del Centro Democrático. Saben que tienen un aval en la votación y un peso muy importante. Por ejemplo, el presidente Juan Manuel Santos citó esta mañana a todos los partidos políticos a ver cómo se puede salvar el acuerdo y Uribe se dio el lujo de no asistir. Entonces no entendemos cómo promueven el No pero cuando el presidente los llama para escuchar sus ideas y sus propuestas deciden no acudir. Hemos quedado en una especie de limbo porque no se ve de cerca ni una fecha, ni una forma de proceder. Un limbo jurídico, político. Hay una gran sensación de no saber lo que va a pasar.

Se llegaron a oír rumores de la renuncia del presidente Santos...

No es viable. No tiene la más mínima intención de renunciar, eso es algo que podemos descartar de plano. Él habló para los colombianos y dijo que no renunciaría en la búsqueda de la paz porque era su mandato constitucional el seguir tras de ella.

Incluso desde las mismas FARC al parecer no hay intenciones de patear el tablero...

La guerrilla no dijo 'volvemos de inmediato a bombardear las ciudades', sino que sus miembros dijeron 'tenemos amor en nuestros corazones'. Increíble que ahora las FARC, los más criminales, nos den lecciones al hablar de amor. O sea, tanto el Gobierno como las FARC van por el Sí pero el Centro Democrático, que promovió con fiereza al No, ni siquiera asiste a la primera convocatoria.

¿Se esperaba el enorme ausentismo de más del 60% de votantes?

Es muy similar a lo que históricamente ocurre con las elecciones. Fíjate que para las elecciones presidenciales o de la Cámara de Representantes, la abstención suele estar por el mismo nivel, así que concluimos que los que votamos somos básicamente los mismos de siempre. Claro que uno entiende que la política tradicional con toda su corrupción pueda alejar a muchos votantes de las urnas, pero cuando en este momento se estaba hablando del futuro del país y la paz que es algo que nos involucra a todos, creímos que la ausencia iba a ser menor. Que los jóvenes lo iban a hacer con entusiasmo al ser para muchos su primera votación y no ocurrió, votamos los mismos de siempre. La gran ganadora ha sido la desidia y eso sí es algo muy difícil de entender.

Hace poco usted escribió en una columna, haciéndose eco precisamente de palabras de Humberto de la Calle, que prefería un acuerdo imperfecto que permite abrir un camino de paz, antes que seguir soñando con el final de una guerra interminable. Lo imperfecto antes que lo imposible. ¿Sigue pensando lo mismo tras estos resultados?

Está muy difícil porque estaba la oportunidad y perdimos un momento histórico. Esto se puede ir para otros años más, cinco, diez, quién sabe. Para que puedan darse las condiciones históricas, políticas y generar la coyuntura en la que volvamos a tener un acuerdo que podamos poner a disposición de la voluntad popular, pueden pasar muchos años. En este momento nadie lo sabe y si hacemos un poco de futurología, podríamos decir que estamos en manos de quienes promovieron el No, porque ahora tienen que tener muchísima disposición para tender puentes, poder sentarse a ver de qué forma vamos a salvar entre todos el acuerdo y que los puntos que critican puedan encontrar alguna forma de ser modificados. Yo lo veo muy difícil, soy bastante escéptica. Y ya es muy diciente que lo primero que haga Álvaro Uribe sea no asistir al primer llamado del Gobierno.

*Al cierre de esta nota Humberto de la Calle fue ratificado por el presidente Juan Manuel Santos como jefe del equipo negociador.


Fuente: La Mula