De la crisis de la avaricia y el consumismo a la construcción de nuevos modelos económicos, para el mundo y el Perú
Escribe: Pier Paolo Marzo R.
Una vez más, una crisis muestra ser el mejor momento para el cambio. En primer lugar, porque facilita atender asuntos que "normalmente" se asumen como parte inalterable de los paisajes. En segundo lugar, porque permite ver más allá de la propaganda. En tercer lugar, porque muestra la necesidad de cambios estructurales.
En este caso, la crisis financiera de Estados Unidos facilita dirigir la mirada hacia los límites del modelo de acumulación capitalista mundial, el que tiene como corazón el capitalismo financiero. Asimismo, permite entrever sus causas estructurales morales, más allá de los economicismos. Y por ende, muestra la necesidad de un cambio del modelo económico mundial, así como del nacional. Veamos.
1. Los límites del actual modelo de acumulación mundial de riqueza
En efecto, tomando las palabras de Walden Bello "a lo que estamos asistiendo es a la intensificació n de una de las crisis o contradicciones centrales del capitalismo global, cual es la crisis de sobreproducció n, también conocida como sobreacumulació n o sobrecapacidad.Se trata de la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual termina por erosionar las tasas de beneficio." (Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo. www.sinpermiso. info). Es decir, es una manifestación de la economía basada en la producción y consumo de cosas ilimitada e insosteniblemente para la ganancia de unos pocos, engañando a muchos sobre donde encontrar la felicidad (ver el documental "La historia de las cosas" de Annie Leonard: http://107diq. es/la-historia- de-las-cosas/ o http://www.storyofs tuff.com/).
2. Las bases morales del modelo
Como lo sabe todo buen economista desde el inicio de las ciencias económicas, la economía está estrechamente relacionada con la ética, al punto que todo modelo económico se basa en supuestos morales en las sociedades en las que se aplica. El actual modelo económico capitalista se basa en al menos tres presupuestos morales: a) la avaricia, como afán de ganancia por sí mismo, es buena como motor del crecimiento, b) el consumismo es la via para el éxito y por consiguiente, la felicidad individual; c) la confianza, en especial en que el modelo funciona bien con los presupuestos anteriores. Precisamente, la avaricia y el consumismo aparecen claramente como las causas profundas de la actual crisis estadounidense: su economía, en busca de más ganancias, retando a la naturaleza finita del mundo, se dirigió hacia la especulación como fuente de la riqueza (de los más ricos, que a decir de Michael Moore no son más de 400, en Estados Unidos: "Cómo arreglar el lío en Wall Street"), a costa del engaño de quienes creían que endeudándose, también ilimitadamente, podrían consumir, con la garantía de sus casas, cualquier cosa. El problema con la avaricia es que siempre termina consumiéndose a sí misma y a sus bases: en este caso, subiendo los intereses, para ganar más por los préstamos, dejó en la insolvencia a los deudores consumistas, generando el desplome de los créditos (el reventón de la "burbuja"). Lo que generó una crisis de confianza en los pilares del capitalismo financiero: la banca de inversión y las aseguradoras de crédito - "credito" viene de "credere", la misma fuente etimológica de "creer" -
3. Haciendo camino hacia un modelo alternativo
Para comenzar, esta tarea requiere un nuevo acuerdo moral, sobre la ética de la nueva economía. Basada en a) la solidaridad, de manera que la generación de riqueza beneficie a todos, incluyendo a las generaciones futuras, asegurando la vida digna de los que hoy son los más pobres, y teniendo a la cooperación como medio de generar sinergias que aceleren sanamente los procesos acumulativos; b) el sentido de trascendencia, como punto de partida de una actitud que reemplace el consumismo y el exitismo presentistas, de manera que el movimiento económico se sostenga en la satisfacción de necesidades reales de las personas (y no de expectativas ideológicamente inventadas e insertadas); y c) la confianza, sí, podemos mantener esta base del modelo a sustituir, en la medida en que el sentido de lo trascendente permite confiar profundamente en la valía de las otras personas y que esta confianza es la base de la solidaridad. Es decir, la confianza es la articuladora en los dos elementos capitales de la nueva economía.
Implementar un modelo alternativo en nuestro país no requiere que se implemente a nivel mundial. Es más, podríamos ser piloto de éste. Claro que las bases morales, por desarrollar, deberán ser complementadas al mismo tiempo por medidas de otro tipo que están esperando al menos 200 años, en especial las que permitan salir del colonialista modelo primario-exportador, que ahora, como ya muchos habíamos anticipado, volverá a mostrarnos sus límites: en efecto, la caída de la demanda de minerales generará una caída de la recaudación, que pondrá en evidencia aún más las debilidades de gestión gubernamental. Para construir la alternativa se requiere i) acelerar los procesos de integración latinoamericana, de manera que tengamos un gran mercado interno autosuficiente; e ii) impulsar la productividad con tecnología chola que de valor a nuestros recursos naturales, tomando en cuenta los procesos tecnológicos andino/amazónicos truncados con la invasión española, así como la creatividad chola contemporánea, facilitada por las diversificadas formas de transmisión del conocimiento mundial. Esto será motivo de un artículo aparte.
De cualquier modo, estamos ante una excelente oportunidad de pensar en los cambios por hacer en las bases de nuestra vida económica, y, al igual que con la crisis ambiental, teniendo en cuenta que estos cambios implicarán cambios de conducta personal, por lo que habremos de ser actores de los mismos.
Escribe: Pier Paolo Marzo R.
Una vez más, una crisis muestra ser el mejor momento para el cambio. En primer lugar, porque facilita atender asuntos que "normalmente" se asumen como parte inalterable de los paisajes. En segundo lugar, porque permite ver más allá de la propaganda. En tercer lugar, porque muestra la necesidad de cambios estructurales.
En este caso, la crisis financiera de Estados Unidos facilita dirigir la mirada hacia los límites del modelo de acumulación capitalista mundial, el que tiene como corazón el capitalismo financiero. Asimismo, permite entrever sus causas estructurales morales, más allá de los economicismos. Y por ende, muestra la necesidad de un cambio del modelo económico mundial, así como del nacional. Veamos.
1. Los límites del actual modelo de acumulación mundial de riqueza
En efecto, tomando las palabras de Walden Bello "a lo que estamos asistiendo es a la intensificació n de una de las crisis o contradicciones centrales del capitalismo global, cual es la crisis de sobreproducció n, también conocida como sobreacumulació n o sobrecapacidad.Se trata de la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual termina por erosionar las tasas de beneficio." (Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo. www.sinpermiso. info). Es decir, es una manifestación de la economía basada en la producción y consumo de cosas ilimitada e insosteniblemente para la ganancia de unos pocos, engañando a muchos sobre donde encontrar la felicidad (ver el documental "La historia de las cosas" de Annie Leonard: http://107diq. es/la-historia- de-las-cosas/ o http://www.storyofs tuff.com/).
2. Las bases morales del modelo
Como lo sabe todo buen economista desde el inicio de las ciencias económicas, la economía está estrechamente relacionada con la ética, al punto que todo modelo económico se basa en supuestos morales en las sociedades en las que se aplica. El actual modelo económico capitalista se basa en al menos tres presupuestos morales: a) la avaricia, como afán de ganancia por sí mismo, es buena como motor del crecimiento, b) el consumismo es la via para el éxito y por consiguiente, la felicidad individual; c) la confianza, en especial en que el modelo funciona bien con los presupuestos anteriores. Precisamente, la avaricia y el consumismo aparecen claramente como las causas profundas de la actual crisis estadounidense: su economía, en busca de más ganancias, retando a la naturaleza finita del mundo, se dirigió hacia la especulación como fuente de la riqueza (de los más ricos, que a decir de Michael Moore no son más de 400, en Estados Unidos: "Cómo arreglar el lío en Wall Street"), a costa del engaño de quienes creían que endeudándose, también ilimitadamente, podrían consumir, con la garantía de sus casas, cualquier cosa. El problema con la avaricia es que siempre termina consumiéndose a sí misma y a sus bases: en este caso, subiendo los intereses, para ganar más por los préstamos, dejó en la insolvencia a los deudores consumistas, generando el desplome de los créditos (el reventón de la "burbuja"). Lo que generó una crisis de confianza en los pilares del capitalismo financiero: la banca de inversión y las aseguradoras de crédito - "credito" viene de "credere", la misma fuente etimológica de "creer" -
3. Haciendo camino hacia un modelo alternativo
Para comenzar, esta tarea requiere un nuevo acuerdo moral, sobre la ética de la nueva economía. Basada en a) la solidaridad, de manera que la generación de riqueza beneficie a todos, incluyendo a las generaciones futuras, asegurando la vida digna de los que hoy son los más pobres, y teniendo a la cooperación como medio de generar sinergias que aceleren sanamente los procesos acumulativos; b) el sentido de trascendencia, como punto de partida de una actitud que reemplace el consumismo y el exitismo presentistas, de manera que el movimiento económico se sostenga en la satisfacción de necesidades reales de las personas (y no de expectativas ideológicamente inventadas e insertadas); y c) la confianza, sí, podemos mantener esta base del modelo a sustituir, en la medida en que el sentido de lo trascendente permite confiar profundamente en la valía de las otras personas y que esta confianza es la base de la solidaridad. Es decir, la confianza es la articuladora en los dos elementos capitales de la nueva economía.
Implementar un modelo alternativo en nuestro país no requiere que se implemente a nivel mundial. Es más, podríamos ser piloto de éste. Claro que las bases morales, por desarrollar, deberán ser complementadas al mismo tiempo por medidas de otro tipo que están esperando al menos 200 años, en especial las que permitan salir del colonialista modelo primario-exportador, que ahora, como ya muchos habíamos anticipado, volverá a mostrarnos sus límites: en efecto, la caída de la demanda de minerales generará una caída de la recaudación, que pondrá en evidencia aún más las debilidades de gestión gubernamental. Para construir la alternativa se requiere i) acelerar los procesos de integración latinoamericana, de manera que tengamos un gran mercado interno autosuficiente; e ii) impulsar la productividad con tecnología chola que de valor a nuestros recursos naturales, tomando en cuenta los procesos tecnológicos andino/amazónicos truncados con la invasión española, así como la creatividad chola contemporánea, facilitada por las diversificadas formas de transmisión del conocimiento mundial. Esto será motivo de un artículo aparte.
De cualquier modo, estamos ante una excelente oportunidad de pensar en los cambios por hacer en las bases de nuestra vida económica, y, al igual que con la crisis ambiental, teniendo en cuenta que estos cambios implicarán cambios de conducta personal, por lo que habremos de ser actores de los mismos.
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