Macri invita al activismo social para luchar contra la inflación
El Gobierno argentino creará una app para que los ciudadanos busquen
precios más bajos
La inflación es un mal endémico en Argentina que ha tumbado ya varios
gobiernos en su historia. Era un problema enorme en toda América Latina que
casi todos los países han logrado controlar menos Venezuela, que supera el 200%
y según el FMI podría llegar al 700% en este año, y Argentina, donde el año
pasado se colocó en un 25% y desde que Mauricio Macri llegó al Gobierno se ha
disparado aún más, rondando o superando el 30% según los distintos cálculos. El
nuevo presidente argentino y todo su equipo económico están muy preocupados con
la inflación, han hecho de todo para intentar frenarla, sobre todo con
presiones a los empresarios para que no suban injustificadamente los precios,
pero nada parece dar el resultado esperado.
Macri, harto, acaba de optar por una fórmula novedosa: llama al
activismo social, a la colaboración de los ciudadanos contra la inflación y los
empresarios que abusan de la situación para aumentar sus beneficios. El presidente,
que culpa de la inflación al anterior Ejecutivo de los Kirchner, acaba de
anunciar que el Gobierno creará una aplicación para móviles en la que los
supermercados estarán obligados a publicar todos sus precios actualizados y así
los ciudadanos podrán decidir qué supermercado de su zona les conviene más.
"Le hemos pedido a todos los supermercadistas que publiquen en
Internet los precios de los artículos que ellos venden, para que con una
aplicación de celular cualquier argentino pueda chequear donde se encuentra el
mejor precio y así defender su salario. Ahí estaremos todos controlando",
aseguró el presidente en un acto precisamente en la cadena de supermercados
COTO, una de las más conocidas. El Gobierno anterior también intentó sin éxito
presionar a los supermercados, pero Macri cuenta con la fortaleza de que viene
del mundo de las grandes empresas, tiene más apoyo internacional y además acaba
de empezar su mandato con un fuerte
respaldo social.
Las distorsiones de precios en Argentina son descomunales, y todo
depende del tipo de tarjeta que se use, del día en que se haga la compra, de
manera que un producto puede valer un precio un lunes y la mitad un martes o
puede haber variaciones inesperadas dentro de la misma marca que hacen
imposible para una familia calcular cuánto se va a gastar en la compra. Todos
los periódicos argentinos están llenos de publicidades de los supermercados con
ofertas de enormes descuentos en función del día de la semana en que se compre.
Nadie sabe ya realmente cuanto valen las cosas, y hay muchas, como la ropa o la
tecnología, que están bastante más caras que en Europa o EEUU, por lo que
muchos argentinos aprovechan sus vacaciones en el extranjero para hacer todo
tipo de compras.
El caso paradigmático es el de la carne, producto estrella de cualquier
menú argentino. Hasta el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, admitió la
semana pasada que se había recorrido varios supermercados y se quedó
sorprendido al ver que el kilo de asado -que no es el corte de carne ni mucho
menos más caro- estaba a 140 pesos (10 dólares) cuando según los cálculos del
ministerio debería rondar los 90 pesos (6,5 dólares). Nadie se hace responsable
de esas subidas, mientras los ganaderos culpan a los supermercados e invitan a
los clientes a acudir directamente al mercado central para comprar la carne.
De fondo hay una guerra muy fuerte entre el Gobierno y algunos grandes
empresarios, precisamente el mundo del que viene Macri y algunos de los
miembros de su Ejecutivo, con el que los macristas están cada vez mas
decepcionados. "Aquí todo el mundo piensa en su bonus de beneficios a fin
de mes y nadie tiene una mirada sobre el país, sobre el intento que estamos
haciendo para cambiar las cosas", se queja un macrista que conoce bien al
empresariado argentino.
Macri necesita resolver este problema cuanto antes porque si no baja la
inflación no podrá hacer una negociación razonable de las subidas salariales de
este año. Mañana tiene una reunión clave con los sindicatos, que están pidiendo
aumentos de sueldos por encima del 30%, incluso el 35%. Los maestros de Buenos
Aires, la primera negociación clave, amenazan con hacer huelga y que no
arranquen los colegios públicos cuando toca, el 29 de marzo. Si Macri quiere evitar
un marzo caliente necesita controlar la inflación y por eso está pidiendo ayuda
a los ciudadanos. Aún así, el presidente ha admitido que este es un problema
muy difícil de resolver en Argentina y que tardará al menos dos años en volver
a una inflación de un dígito, similar a la del resto de países
latinoamericanos. "Va a ser un camino que va a llevar de dos a tres
años", aseguró.
Fuente: El País
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