El Estado demonizado
Escribe: Humberto Campodónico
Buena parte de la literatura ligada a los planteamientos
económicos neoliberales enfatiza que lo clave para el crecimiento económico es
el rol del empresariado privado, mientras que el Estado es siempre un
obstáculo. Y lo mejor que podría suceder es que tenga éxito el planteamiento
cuasianarquista de que el Estado desaparezca.
A contramano, el economista británico y columnista del
“Financial Times” de Londres, Martin Wolf, comenta en un artículo reciente
(04/08/2013) el libro de Mariana Mazzucato titulado: “El Estado empresario:
desmantelando los mitos del sector público versus el privado”.
Dice Wolf que las innovaciones tecnológicas proveen el
insumo básico del crecimiento económico. La pregunta es, entonces, quiénes son
los que producen estas innovaciones. La respuesta usual es: los empresarios del
sector privado, tesis que es “demostrada” con modelos abstractos. No, dice
Mazzucato, economista de Sussex: “esos modelos no demuestran nada mientras que
la tesis sobre el rol clave del empresario es incompleta”.
¿Por qué? Porque si bien es cierto que la innovación depende
de empresarios arriesgados, “quien toma esos enormes riesgos y logra los
descubrimientos más extraordinarios no es el sector privado; es el muy
demonizado Estado”.
Y pasa a demostrarlo con una gran cantidad de ejemplos donde
se aprecia que el financiamiento del Estado ha sido clave para descubrir el 75%
de las entidades moleculares (a través del Instituto Nacional de Salud, NIH).
De su lado, el Consejo de Investigación Médica del Reino Unido descubrió los
anticuerpos monoclonales, la base de la biotecnología.
Afirma también que la Fundación Nacional de EEUU financió a
los descubridores del algoritmo del buscador Google y que el financiamiento
primigenio para Apple provino del gobierno a través del Small Business
Investment Company. Lo mismo sucede con todas las tecnologías que hacen
“inteligente” al Iphone (Internet, GPS, microelectrónica, pantallas digitales y
el asistente de voz SIRI (que escucha las palabras y las “escribe” en la
pantalla). Claro, dice Mazzucato, “Apple las ensambló de manera brillante, pero
detrás está el fruto de 70 años de innovación apoyada por el Estado”.
¿Por qué hace esto el Estado y no el sector privado? Porque
estas innovaciones fundamentales acarrean grandes incertidumbres, tiempos muy
largos y enormes inversiones. Y “el sector privado no puede y no quiere
financiar estas innovaciones, en parte porque no sabe si va a poder cosechar
esos frutos y en parte porque esos frutos madurarán en un futuro lejano”. Dicho
de otra manera, el privado no va a “bancar” una inversión que demora 50 a 70
años en madurar.
Pero el rol del Estado no solo es de financiamiento.
Inglaterra, Francia y Alemania crearon Airbus para desarrollar la industria
aeronáutica, sector estratégico de alta tecnología y competir con Lockheed y
Boeing de EEUU. Y lo lograron. Hay que destacar que las empresas “gringas” desarrollaron
gran parte de su alta tecnología a base de contratos con la estatal NASA. Esta
fue luego “volteada” para su uso comercial y de lucro.
Para los “teóricos” prosector privado, esto “no existe” y,
en algunos casos, hasta se trata de eliminarlo. Esto por el axioma ideológico
de que el Estado es malo. Punto. De otro lado, dice Mazzucato, no se está creando un ecosistema
simbiótico de innovación sino uno parasitario, porque se “socializan” las
pérdidas de los financiamientos que no prosperan, pero se privatizan las
ganancias de los exitosos.
El libro de Mazzucato demuestra claramente el rol del Estado
en los países industrializados: financia y constituye empresas en los sectores
que considera estratégicos, es decir, las innovaciones tecnológicas que, hoy,
están en la frontera del conocimiento.
En los países en desarrollo son otros los sectores
estratégicos, palabra aborrecida por el “establishment” neoliberal. En primer
lugar, contar con un Estado eficiente que pueda impulsar los vectores estratégicos
que sean el soporte de un crecimiento económico inclusivo: el sector
energético, la seguridad alimentaria y la promoción de una base industrial para
generar valor agregado, crear empleo de calidad y diversificar exportaciones
(por ejemplo, el desarrollo de un polo petroquímico).
Esto no se logra con la “hegemonía irrestricta del mercado”
y la apertura comercial indiscriminada de los neoliberales criollos. Volveremos
sobre el tema.
Fuente: La República
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